Treinta Y Cuatro

172 27 15
                                    

Atado a esa cama de hospital las horas transcurrían de manera interminable para Ciro, los días eran tan largos que para el tercero ya quería tirarse por la ventana y acabar con ese sufrimiento, aunque haciendo eso solo le darían más tiempo ahí dentro, solo por eso controló sus impulsos. Además no quería romperse otra costilla. 

Lo bueno es que el golpe en la cabeza que recibió no le dejó secuelas más que ocasionales dolores, los cuales eran muy molestos y lo ponían de mal humor. La parte lastimada de su rostro ya no estaba inflamada, lo que era otra buena noticia, aunque eso no evitaba que doliera. 

Por fortuna esos días encerrado no estuvo solo, la familia de Rama lo iba a visitar, al igual que su hermana y prima. Ámbar iba cada mañana luego de que Marina le contara lo que había pasado; Brenda solía llevarle algunos dulces en cada encuentro. Lauti y Pablo también iban a hacerle compañía, así que su estadía no era taaaan aburrida. 

Pero por sobre todo, la visita que más disfrutaba era la de su novio. Ramiro siempre tenía palabras cariñosas para él, lo trataba con mucha delicadeza y lo mimaba como nadie. Su corazón latía con demasiada fuerza cada vez que estaban juntos. En esos instantes compartidos Ciro lograba olvidarse del motivo que lo había llevado hasta esa camilla y se perdía en ese castaño que lo traía flotando sobre nubes de algodón. 

Aunque si hubo una visita que lo sorprendió fue la del mismo Maxi. Lo cierto es que no se esperaba que él apareciera una tarde lluviosa, horas antes de ser dado de alta. Había tocado la puerta de su habitación asignada e ingresado luego de que Ciro exclamara un pase, encontrándose con el pelinegro, Ramiro y Marina armando un rompecabezas en la cama. 

No podía asegurar quien de los tres estaba más asombrado de verlo ahí, lo que sí es que su hermana fue la primera en reaccionar pidiéndole a Ramiro que la acompañe a comprar dulces para Ciro de la máquina expendedora del pasillo -con la clara intención de que esos dos hablen en privado-, obteniendo en primer lugar una negativa del chico al no querer dejar solo a su novio con alguien en quien no tenía confianza. Sin embargo, Ciro le dedicó un asentimiento, asegurándole que estaría bien. 

Finalmente cuando ambos se quedaron solos, Ciro fue quien rompió el silencio. 

—¿Cómo supiste que estaba acá? 

—Pablo me dijo ayer —contestó Maxi metiendo las manos en los bolsillos de su campera. 

—Ah —pronunció Ciro sin saber que otra cosa decir—. No pensé que fueras a venir. 

Maxi comenzó a caminar por la habitación, observando con interés cada cosa que se encontraba a su paso. 

—¿Por qué no? 

—Y… —alargó—, por todo lo que pasó entre nosotros. No terminamos muy bien que digamos.. 

—Las peleas quedan en segundo plano cuando una persona que te importa termina hospitalizada. Es una regla no escrita. 

—¿Yo te importo? —preguntó Ciro genuinamente asombrado. 

—Obviamente —soltó a regañadientes, como si le costara trabajo admitir eso. Se posicionó junto a la ventana, mirando las gotas de lluvia impactar violentamente contra el vidrio—. Aunque ahora ya no exista ninguna amistad entre nosotros me importa lo que te pase. A pesar de las cosas que te hice fuiste un buen amigo… y por más intenso que seas te haces querer. 

Sin ser capaz de evitarlo, Ciro le dedicó una sonrisita divertida, conmovido por sus palabras. 

—Eso es lo más bonito que me dijiste desde que nos conocemos y tuve que terminar acá, medio muerto, para que me abras tu corazón. 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora