Dieciocho

256 40 77
                                    


Desde el beso que Ramiro se dio con Marina hace exactamente seis días, las cosas se habían tornado algo intensas: hablaban seguido por teléfono, en el colegio pasaban casi todos los recreos juntos, hasta habían veces que la chica lo besaba o se portaba cariñosa con él, pero a Ramiro no le gustaba mucho eso, no cuando había personas viéndolos. 

De hecho, ahora estaba cenando en casa con su padre, Marina y su abuela. No había sido algo planeado, ella había ido a visitarlo hace poco menos de dos horas y Pedro la invitó a cenar. Todo estaba saliendo bien, parecía que nada había cambiado, su familia se llevaba igual de bien con ella, la conversación era amena y el ambiente cómodo. Pero la mente de Ramiro -para sorpresa de nadie- seguía regresando a Ciro. 

Estos últimos días el menor había dejado de hacerlo a un lado, hablaban más y compartían tiempo juntos en el colegio, cuando Marina no estaba en el medio. También tuvieron una charla sobre lo que pasó en casa de Brenda, Ciro admitió que lo que tuvo con Gimena fue un error que cometió incentivado por la borrachera, que estaba seguro de no querer volver a hacer el papel de falso hetero. Así que por ese lado Ramiro estaba tranquilo. 

Lo que no lo dejaba en paz eran las dudas que seguían rondando su cabeza, no poder tomar una decisión definitiva con Marina. Aunque conforme pasaban los días junto a ella iba descubriendo ciertas cosas respecto a su relación, era más consciente de los cambios en torno a ellos. Lo diferente que se sentía ahora. 

—Provecho —dijo Marina cuando terminó de comer—. Estuvo muy rico, Pedro. 

—Sí, pa. Te luciste —estuvo de acuerdo su hijo. 

El hombre les agradeció por sus palabras y luego de ayudarlo a levantar la mesa, se despidieron de Lili para ir al cuarto de Ramiro. 

—¿Miramos una serie? —propuso Marina agarrando el control remoto mientras se sentaba en la cama. 

—¿Te parece? —Ramiro cerró la puerta detrás suyo—. ¿No se te va a hacer muy tarde para volver a tu casa?

—Podría quedarme a dormir —se encogió de hombros—. Antes hacíamos maratón de series casi todos los fines de semana, pensé que repetir nuestras costumbres te podrían ayudar a aclararte. 

—No se si sea una buena idea, podría confundir más las cosas — contestó Ramiro—. No a mi solo, a vos inclusive.

—Yo creo que vale la pena intentarlo, no puede ser peor que ahora —expuso Marina—. Creeme que no es linda la sensación de espera a saber si tu novio te sigue amando o ya se olvidó de vos. 

Ramiro fue a sentarse a su lado. Tenía en cuenta que sus dudas no habían sido una experiencia fácil para ninguno de los tres implicados, hasta llegó a preguntarse si éstas no fueron la razón por la que Ciro se cansó de él. 

—No sé cómo manejarme con esto que nos está pasando —continuó Marina, luciendo angustiada—. Quizás es estúpido pensar que ver una serie juntos puede hacerte tomar una decisión pero no se me ocurre otra idea, ya no sé cómo hay que seguir. 

Él era capaz de ver lo mucho que la afectaba esto, cuanto se esforzaba en no dejar morir su relación. Lo menos que podía hacer Ramiro era apoyarla, no hacerla sentir peor de lo que ya estaba. 

—Supongo que no perdemos nada con intentar —le puso una mano en el hombro. Marina le sonrió agradecida para después abrazarlo. 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora