Veinticuatro

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Para la una y media de la madrugada los únicos que quedaban frente a la fogata eran Ciro y Ramiro. Su papá se había ido a dormir pasadas las doce, luego de felicitarlo por cumplir la mayoría de edad. A Ámbar la habían recogido hace media hora, y sus amigos acababan de irse recién ya que mañana tenían clases.

Eso dejaba a la pareja compartiendo un momento íntimo entre ellos. Ciro estaba sentado sobre las piernas de su novio, con los brazos rodeándole el cuello y proporcionándole suaves caricias en el pelo.

—¿Te acordas cuando me dijiste que preferias tirarte de un octavo piso antes de que yo te guste? —el ojiverde rompió el cómodo silencio.

Ramiro apartó la vista de la luna para dejarla sobre su novio, éste lucia repentinamente divertido. Por el comentario que acababa de lanzar supo que durante los minutos que habían compartido mirando el cielo nocturno, Ciro había estado pensando en la noche que pasaron encerrados.

—Me acuerdo —asintió Ramiro. Su brazo derecho reafirmó su agarre en la cintura del menor mientras que su otra mano descansaba sobre el muslo ajeno—. Quizás exageré un poquito.

—También dijiste que eras super hetero —lo acusó Ciro con una sonrisa—. El más hetero de todos los heteros.

—Mm, me parece que ahora vos sos el que está exagerando.

El risueño pelinegro se mordió el labio inferior.

—¿Te acordas lo que yo te dije?

—Que todos somos heteros hasta que llega alguien que nos mueve el piso y entonces dejamos de serlo —contestó con suavidad mirando los ojos verdes del chico que lo había hecho tragar sus propias palabras—. Se me quedó grabado desde el momento en que lo dijiste.

Ciro acarició su mejilla sin romper con el contacto visual y confesó en un susurro.

—A mi me moviste el piso desde el primer segundo que te conocí.

Cediendo a los deseos de su cuerpo, Ramiro se inclinó para cubrir la boca de Ciro en un beso. Todavía no sabía qué sentir ante el hecho de que lo había querido desde el principio. Ramiro se preguntaba si, de no haber existido ninguna pelea entre ellos dos, se hubieran enamorado al mismo tiempo el uno del otro.

—Esa noche te dije que lo que no me gustaba de vos es que siempre buscabas llamar la atención, pero ese no era mi verdadero problema..., lo que yo odiaba era que sin importar cuanto me resistiera pudieras llamar la mía —admitió Ramiro por primera vez.

Los ojos de Ciro expresaron sorpresa antes de suavizarse y brillar con una mezcla de emoción y alivio. El flojo agarre en el cuello de Ramiro se apretó en un abrazo.

—Gracias por decírmelo —murmuró Ciro con su boca cerca del oído de Ramiro—. Pensé que de verdad odiabas que yo sea así.

—Amo cada parte tuya, Ciro —empezó a sobar su espalda—. Amo tu personalidad atrevida, chamuyera y segura, aunque en el fondo tengas un corazón frágil que solo busca ser amado. Perdón por hacerte pensar lo contrario.

Ciro apoyó su frente contra el hombro de su novio, gracias al silencio de la noche Ramiro podía oír su respiración.

—Aunque me guste mucho lo que estoy escuchando, no te puede gustar todo de mi, sé que tengo un montón de aspectos negativos.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora