Diez

536 61 37
                                    


Tras haber almorzado con el padre de Ramiro, los dos jóvenes se despidieron del hombre para después tirarse en el sofá a buscar algo que ver en Netflix .

—¿Vemos La Casa De Papel? —preguntó Ramiro con la vista en la pantalla, buscando dicha serie con el control remoto—. Todavía no vi la cuarta parte.

—¿Por qué no?

—Dijimos que la íbamos a ver juntos —se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa.

Claro que para Ciro los simples gestos significaban mucho viniendo de Ramiro, le parecía muy lindo que lo esperara para poder ver la serie con él. Se le formó una amplia sonrisa en la cara, para disimular apoyó su cabeza contra en hombro del castaño mientras éste le daba play al primer capítulo.

Para los veinticinco minutos Ramiro tenía rodeado el cuerpo del menor con sus brazos. Ciro estaba felizmente acurrucado contra él, su corazón latía rápido porque a pesar de todo lo que pasó entre ellos, todavía se sentía igual de nervioso que la primera vez. Era como si sus tontas reacciones de enamorado no se fueran a ir nunca.

Así pasaron el resto de la tarde, abrazados y comiendo snacks mientras disfrutaban de una excelente serie. La terminaron para cuando cayó la noche y el papá de Ramiro llegó con bolsas del supermercado. Fueron a ayudarlo a llevar todo a la cocina, se quedaron charlando un rato en lo que Pedro preparaba la cena.

—Yo ya me voy —avisó Ciro atrayendo la mirada de Ramiro.

—¿No te quedas a comer? —hoy la había pasado muy bien, aún no quería que el día se termine.

—Es que se está haciendo tarde —respondió Ciro levantándose del asiento en la cocina.

—Quedate a dormir —fue lo primero que cruzó por la cabeza de Ramiro, no quería parecer insistente pero tampoco quería que se vaya.

—Ni siquiera le pediste permiso a tu papá —soltó una risita divertida.

—Pero él me deja, ¿o no, pa? —volteó a ver al hombre.

—Obvio, te podes quedar las veces que quieras, sos más que bienvenido, Ciro —aseguró Pedro dándole una breve pero amistosa mirada, ya que seguía cocinando.

—Ves —señaló Ramiro, esperando que acepte la invitación.

Ciro sonrió ante lo adorable que se veía el chico resolviendo cualquier inconveniente que no le permitiera quedarse con él, y si era sincero le gustaba que insistiera tanto, porque eso le demostraba el interés que tenía Ramiro.

—Bueno, me quedo —volvió a sentarse en su lugar.

Después de cenar fueron a un supermercado chino que quedaba cerca, y que por suerte estaba abierto, a comprar un cepillo de dientes para Ciro ya que por obvias razones no tenía el suyo ahí. También le mandó un mensaje a su hermana avisando que se quedaba a dormir en la casa de un amigo, no especificó cual. Al regresar a la casa se prepararon para ir a acostarse, Ramiro le prestó un pantalón y una remera de mangas cortas para que pudiera dormir cómodo.

—¿Cómo me queda? —Ciro abrió sus brazos enseñando su outfit, dio una vueltita para hacerse el canchero¹—. Me queda fachero², ¿no? Me queda facherito.

—Increíble, te queda mejor que a mi —le siguió el juego.

—Es que con esta carita que Dios me dio todo me queda bien —se burló Ciro.

—Osea, que a mi no me queda así porque soy feo —Ramiro se cruzó de brazos pretendiendo estar herido.

—No, vos sos la persona más linda que existe —se acercó Ciro para rodearle el cuello con los brazos y dejar cortos pero reiterados besos en sus labios.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora