Diecinueve

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Durante la semana, luego de su pérdida de control en la joda de Brenda, Ciro se había tomado un tiempo para recapacitar en lo que estaba haciendo con su vida. Había tomado la determinación de dejar de complicar su existencia haciendo cosas estúpidas, como por ejemplo, ya no ir tras alguna chica porque lo suyo con Ramiro no puede ser. Y es que Brenda le había hecho entender que no podía derrumbarse cada vez que está mal con el chico, que no podía tirar por la borda todo su progreso.

Ciro mismo se daba cuenta que estaba siguiendo un patrón dañino, en primer lugar porque ni bien empezó a sentirse atraído por Ramiro trató de tapar sus sentimientos acostándose con muchas chicas; después cuando creyó que Ramiro había vuelto con Marina volvió a jugar su papel de mujeriego chamuyandose a sus compañeras; ahora que había terminado esa semi relación que tenían, ¿qué hizo al verlo seguir su consejo de regresar con su hermana? Así es, emborracharse y enredarse con otra piba más. 

Claramente no estaba orgulloso de sus actos, quería cambiar esas actitudes destructivas que tenía consigo mismo. Por eso se hizo la promesa de no volver a caer en ese error, de ser más responsable con sus decisiones porque no lo afectaban a él solo, también podía herir a otras personas como lo había hecho con Mili al usarla como tapadera e ilusionarla en el proceso. 

Pero su afán por progresar no terminaba ahí, además de eso se estaba esforzando por mejorar sus notas. Al principio lo hacía exclusivamente porque Ramiro lo ayudaba y era una buena excusa para pasar más tiempo con él. Ahora ya no se juntaban para estudiar, sin embargo, Ciro había estado dedicando un par de horas diarias para hacer sus tareas y repasar los temas de los próximos exámenes. 

Y en eso mismo estaba cuando su hermana ingresó a su cuarto esa tarde, un rato después de regresar a casa. 

—¿Necesitas algo? —preguntó Ciro sentado en su silla frente al escritorio. 

—No, quería hablar un rato nada más —se apoyó contra la puerta una vez que la cerró. 

—Estoy estudiando —murmuró él—. Vos deberías hacer lo mismo, la semana que viene hay examen. 

Por un momento la habitación permaneció en silencio, fue lo bastante extenso como para que Ciro llegara a pensar que su hermana se había ido. Pero entonces ella habló:

—¿Qué estaban haciendo con Ramiro hoy en el recreo? —preguntó en un tono curioso. 

—Nada, ¿qué podíamos hacer? —no le prestó mucha atención, su vista estaba fija en la carpeta frente a él. 

—Pero, ¿no estaban hablando? —insistió la pelinegra. 

—Sí, hablamos un poco. 

—¿Y de qué? ¿Te dijo algo de mi?

—No, dijimos boludeces nomas —Ciro se encogió de hombros.

—Contame, quiero saber, siempre soy yo la que te jode para que me escuches —soltó una risita.

—Qué se yo, Marina, hablamos de la vida. 

Tras unos segundos esperando que su hermano agregue algo más, Marina preguntó:

—¿No hicieron nada más?

Lo vio ponerse nervioso, de pronto sus mejillas comenzaron a tomar un poco de color y se mordió el labio con la vista en su carpeta, con el lápiz en la mano pero sin escribir.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora