FINAL

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Que relajante era sentir la lluvia artificial cayendo sobre uno, llevándose el cansancio que poseía con cada gota de agua que se arrastraba por su cuerpo hasta que quedaba libre de cualquier malestar. Ese era uno de los motivos por los que Ciro amaba tanto tomar duchas calientes. En especial ahora que lo hacía acompañado. 

Con sus ojos cerrados solo se dedicó a disfrutar de la presencia de Ramiro detrás suyo, pasando sus enjabonadas manos a lo largo de su espalda y hombros. La sensación de tener su calor corporal tan cerca, sumado a sus inocentes pero tentadoras caricias lo estaban llevando al límite. 

No podían culparlo, después de todo había pasado un buen tiempo desde la última vez que tuvieron un encuentro sexual, Ciro era solo un adolescente con las hormonas a mil que ansiaba complacer y ser complacido por su novio. El problema era que dicho novio se negaba a hacer algo que pudiera comprometer su salud, temia lastimarlo más de lo que estaba al hacer algún movimiento erróneo. 

Incapaz de aguantar las ganas otro segundo más se volteó quedando frente al castaño, le quitó el jabón de las manos y antes de dejarlo a un costado se aseguró de tener las propias llenas de espuma. Pasó sus palmas contra la piel del pecho de Ramiro, bajando lentamente por su estómago hasta la zona pelvica donde se entretuvo masajeando su miembro, brindándole su completa atención. 

A Ramiro se le cortó la respiración al primer contacto—. ¿Q-Qué haces? 

—Te ayudo a bañarte —respondió como si nada, subiendo y bajando su mano a lo largo del miembro sintiendo como se ponía duro con rapidez. 

—Ciro.. 

—Solo trato de ser servicial con mi pareja, ¿qué tiene eso de malo? —cuestionó el ojiverde, ignorando la advertencia en el tono de voz ajeno. 

Ramiro tuvo que morderse el labio inferior para evitar que un gemido se escapara de su boca. Lo cierto era que la experta mano de Ciro lo estaba enloqueciendo, después de todo no era de piedra y tener a su chico provocándolo de esa forma no le ayudaba en nada a su autocontrol. 

—No empieces algo que no podemos terminar —se las arregló para decir. 

Pronto tuvo al pelinegro todavía más cerca, esparciendo besos por su cuello, chupando y mordiendo su piel en un camino hacia su mandíbula. El movimiento de su muñeca no se detenía, la presión en su falo iba cambiando según su antojo y al llegar a la punta pasaba su pulgar por la hendidura robándole temblorosos suspiros. Ciro en verdad sabía tocar los botones correctos para hacerlo sentir en el maldito paraíso. 

Acercando su boca a los labios ajenos, Ciro se tomó la libertad de obtener una probadita pasando su lengua por ellos—. ¿Quién dijo que no lo vamos a terminar? 

Todo lo que Ramiro quería hacer era mandar todo a la mierda, deshacerse de sus preocupaciones y fundirse en ese cuerpo que tanto amaba; ya no quería resistirse más a lo que tanto deseaba. Se había estado conteniendo semanas por el bien de Ciro, para evitar dañarlo más de lo que estaba, pero lo cierto era que hubieron muchas ocasiones en las que pensó en él con lujuria. 

—Q-Que se te hayan ido los moretones no quiere decir que estés bien, tu costilla todavía.. 

—Mi costilla está perfecta, ya pasó un mes —Ciro capturó el labio inferior del mayor entre sus dientes, estirandolo hasta que volvió a dejarlo libre. 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora