Treinta Y Uno

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Lo primero que hizo Marina en cuanto llegó a su casa ese mismo día que descubrió a su hermano besando a su ex novio, fue dirigirse a su cuarto para quitar las fotos de ella y Ramiro que tenía pegadas en la pared junto a su espejo y romperlas en pedazos. Había un fuego dentro suyo que quemaba sus entrañas haciendo que doliera como el infierno. Se sentía humillada, deshechada y reemplazada. La destrozaba el hecho de que Ramiro prefiera estar con su gemelo por ser una versión mejorada de ella, una más linda, más divertida, más carismática y perfecta. 

Porque Marina sabía que Ciro era perfecto. Era el tipo ideal. Las chicas a su alrededor se alborotaban por él, por querer llamar su atención y tener una oportunidad. En primer lugar por su apariencia, tenía un atractivo que no podían pasar por alto, su personalidad confiada y bromista las atrapaba en cuanto cruzaban un par de palabras, sumado a su reputación de chico rebelde completaba el combo de ensueño. Por alguna tonta razón les parecía caliente que Ciro se peleara con otros chicos y que se comportara como un alma libre que no seguía las reglas. 

Lo que nunca hubiera esperado es que el mismísimo Ramiro Aquino cayera por él, tal como las demás. Eso sí que fue inesperado. 

Inesperado y letal. Porque ahora mismo se encontraba sollozando en el suelo mirando los pedazos de fotografías en sus manos, pensando en todas las cosas que pudo haber hecho para evitar esta situación, los errores que cometió, lo confiada que fue… Ella sabía que a Ciro le gustaba Ramiro, sin embargo dio por sentado su lealtad sin imaginar que él podría involucrarse con su ex. Fue estúpido de su parte, lo admitía, pero es que no se le cruzó por la cabeza que Ramiro realmente pudiera corresponderlo. 

Para colmo ni siquiera podía recibir contención de sus amigas porque estaba enojada con ellas. Mili y Martina no perdieron oportunidad de contarle a sus compañeros lo que habían visto, convirtiéndola a ella en una patética víctima que fue engañada y reemplazada por su hermano, o al menos esa era la conjetura que habían sacado. 

Fue horrible recibir todas esas miradas llenas de lastima, escuchar los cuchicheos de sus compañeros indagando sobre su vida, echándole sal a la herida cada que especulaban cuándo había comenzado el romance de Ciro y Ramiro. Ella no quería escucharlos. Tan solo buscaba despertar de esa maldita pesadilla para que todo volviera a la normalidad, esa donde Ramiro todavía era su novio y no existía nadie más en el mundo para él. 

Pero esos tiempos jamás volverían. 

Y eso era devastador. No quería hacer otra cosa que llorar para sacar todo ese dolor que llevaba dentro. Fue lo único que hizo hasta que su padre llegó de trabajar y la llamó para cenar. Tuvo que darse un baño antes de salir a su encuentro, no quería que viera el despojo de ser humano que era. 

Ya cuando se reunió en la sala y tomó asiento frente a él en la mesa, luego de saludarlo, la recibió el olor de la pizza que su papá había encargado para ellos. 

—¿Cómo estás, hija? ¿Qué hiciste en el día? —preguntó Carlos apartando la vista de la tele. 

Llorar por un par de traicioneros, pensó Marina con amargura. 

—Estudié algo de Geografía y después vi una serie —murmuró llevándose una porción de pizza a la boca—. ¿Vos todo bien? 

—Un poco cansado, fue un día medio pesado —respondió Carlos—. ¿Cuándo me dijiste que es tu viaje de egresados? 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora