Uno

589 73 60
                                    


Actualidad

Amar sin ser correspondido era doloroso, porque debías resignarte a querer a la distancia, a ser un espectador de la historia de amor de alguien más, a conformarte con un simple cruce de miradas que lo eran todo para vos pero nada importante para esa persona.

Ciro había aceptado que lo suyo con Ramiro jamás sería realidad, que todo lo que obtendría de él serían saludos forzados y encuentros incómodos en su casa, que de vez en cuando se lo encontraría en su casa y él aprovecharía el momento para besar su mejilla a modo de saludo. Y eso sería todo. Dolería, pero al menos lo tendría cerca.

Ahora había descubierto que existía algo igual de doloroso que eso: haber sido correspondido y aún así no estar juntos. Su mente era un caos, no paraba de pensar en todo lo que podría haber pasado si las cosas fueran diferentes, si él no se hubiera acercado a Maxi, si le hubiera confesando sus sentimientos antes a Ramiro, si no le hubiera insistido a Marina para que se cambie de colegio con él.

De haber tomado otras decisiones su realidad podría ser distinta.

Y por más que ahora en adelante las cosas iban a ser difíciles, lo prefería, porque se había sacado un gran peso de encima al confesar lo que sentía por Ramiro. Hace unas semanas sentía que se ahogaba guardando su secreto y reprimiendo sus sentimientos, había sido terrible tener que pasar por eso solo.

El día del encierro lo había cambiado tanto que hoy, por primera vez en mucho tiempo, llegó temprano al colegio sorprendiendo tanto a sus compañeros como a sus profesores que lo vieron caminar por los pasillos hacia su salón ni bien dio la hora de ingreso. La razón era obvia, se había levantado muy inquieto, ansioso por ver a Ramiro nuevamente, incluso llegó antes que él.

—¡Hoy llueve, Ciro llegó temprano! —bromeó Felipe logrando que sus compañeros rieran, incluido el ojiverde.

—Ah, ¿te comiste un payaso hoy?

—Es lo que hay —se encogió de hombros Felipe—. Tu reputación te precede.

Ciro empezó a sacar su carpeta y la única lapicera que no había perdido mientras mantenía una amigable conversación con Felipe. Dejó de responderle en el momento que vio a Ramiro cruzar por la puerta y se sorprendió cuando éste le sonrió a modo de saludo. Frente a todos. Ciro no tardó ni dos segundos en devolverle el gesto con alegría.

—Definitivamente hoy hay tormenta —murmuró Felipe al verlos.

Debía ser extraño para sus compañeros ver que ahora se daban sonrisas cuando por meses fueron testigos de lo mal que se llevaban. La noticia de que se quedaron encerrados hace dos días se esparció enseguida, así que era probable que le atribuyeran esta nueva actitud de ambos a que tuvieron tiempo de sobra para solucionar sus diferencias. Nadie sospechaba de lo otro que pasó, a ninguno se le pasó por la cabeza que estuvieron a los besos, porque sencillamente era imposible.

—Buen día, clase —la voz del profesor lo distrajo de sus pensamientos.


—Buen día —contestaron varios al unísono, más dormidos que despiertos.

—Vamos, despabilen que hoy tenemos el examen —recordó dejando su maletin en el escritorio. Los quejidos no tardaron en hacerse oír.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora