Veintitrés

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Durante una relación Ciro se volvía bastante cariñoso, así había sido con Ámbar -las demás chicas con las que salió no contaban porque no se enamoró de ninguna-, también era atento y en ocasiones un poquito intenso. Con Ramiro todo eso se maximizó. Siempre quería estar con él, llenarlo de besos, mimarlo. Con tan solo verlo se sentía en el tercer cielo. Incluso ahora que estaban en plena clase, Ciro ya estaba contento y de buen humor por tener a su novio a unas pocas mesas de distancia. 

Era tan meloso que a veces hasta él mismo se sorprendía. 

—Velasco, ojos en su examen —lo reprendió la profesora de biología. 

Cierto, el examen. 

Ciro dejó de ver la expresión concentrada de su novio para volver a enfocarse en su hoja. Había estudiado, esta vez tenía que aprobar. 

Una última ojeada no daña a nadie. 

Cuando la profesora volvió a chequear su computadora, Ciro volteó hacia atrás. Ramiro ya lo estaba mirando, seguramente por el llamado de atención que le hicieron, el castaño hizo un gesto con la cabeza, le estaba indicando que regrese a su examen. En el último tiempo Ramiro se vio más preocupado por las notas de Ciro, siempre se ofrecía a ayudarlo, le explicaba lo que no entendía, si desaprobaba algún examen lo rehacían en casa para que Ciro pudiera estudiar las respuestas correctas y hacerlo mejor la próxima.

Lo apoyaba como nadie y Ciro quería mostrarle que sus esfuerzos no eran en vano. 

Con ese pensamiento en la cabeza el ojiverde se volvió para resolver las preguntas en su hoja. Estaba decidido a aprobar y celebrar su victoria con Ramiro. 

Cuarenta y cinco minutos después entregó su examen como sus compañeros y salió al patio a disfrutar del recreo. 

—¿Cómo te fue? ¿Estuvo difícil? —preguntó Ramiro llegando al banco donde estaba sentado el ojiverde. 

—No mucho, creo que contesté bien la mayoría. 

Ahora sí podía verlo todo lo que quisiera. El pelo castaño de Ramiro adquiría un lindo brillo bajo el sol mañanero y sus ojos color chocolate se tornaban en un tono miel cuando la luz se reflejaba en ellos. Si no fuera porque los demás estudiantes que pasaban el rato afuera lo verían como algo extraño, Ciro habría sacado su celular para tomarle una foto e inmortalizar semejante vista.  

—Hoy te distrajiste otra vez —lo acusó Ramiro. 

—Me cuesta concentrarme, además tanta belleza es la que me distrae —el pelinegro se encogió de hombros—. Así que vendría a ser tu culpa. 

—La próxima me pongo una bolsa de papel en la cabeza —resopló su novio.

—Eso me ayudaría —se jactó Ciro con una sonrisa. 

Ramiro negó, sus ojos se detuvieron varios segundos en la mueca alegre de su novio. 

—¿Hoy dormis conmigo? —le preguntó Ramiro. 

Ciro asintió con su sonrisa transformándose en una boba. A veces, por las reacciones emocionadas dignas de un chico de catorce años, se sentía como si Ramiro fuera su primer amor. 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora