Treinta

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Por un instante la habitación se sumió en un tenso silencio. Brenda y Lauti habían parado su conversación al notar la presencia de las tres chicas, la pelirroja agarró su celular para sacar la música. La voz de Maria Becerra, por muy melodiosa y agradable que fuera, solo lograba aumentar la incomodidad palpable en el aire. 

La intensidad de la mirada de Marina recaía de Ramiro a Ciro, y viceversa, era un movimiento repetitivo e insistente, como si con esa acción su cerebro pudiera responderle si lo que había visto fue real o un cruel producto de su imaginación.

Finalmente, una vez que su escrutinio cesó, rompió el silencio. 

—¿Nos pueden dejar solos? 

Esas simples palabras bastaron para que las únicas cuatro personas que no estaban involucradas en ese triangulo amoroso, huyeran casi aliviadas de poder zafarse de ese ambiente pesado. 

—Deduzco que mi hermano era el chico de los mensajes —volvió a hablar Marina una vez que estuvieron solos. Caminó hasta el lavabo para dejar los pinceles que traía en la mano, los mismos que habían quedado olvidados en el patio y que su profesora le pidió que llevara a los encargados de lavarlos. 

A simple vista Marina parecía demasiado calmada para alguien que acababa de ver a su amado ex novio y a su gemelo besarse, pero Ciro la conocía muy bien como para saber que se estaba conteniendo y que no faltaba mucho para estallar contra ellos. 

—Sí, es él —admitió Ramiro, viendo con ojos cautelosos a la chica—. Y se lo que seguramente estás pensando pero no, no pasó nada entre nosotros mientras yo era tu novio. 

—Es un poco difícil de creerlo viendo lo talentosos que son para guardar secretos. 

—No me metí en medio durante tu relación, Marina, y eso lo deberías saber muy bien —dijo Ciro por primera vez. Entendía que esté enojada pero dudar que Ramiro la engañó con él sobrepasaba sus límites. Marina tenía conocimiento de lo mal que la pasó por guardarse sus sentimientos por el castaño. Ella vio lo destruido que estaba. 

La pelinegra lo miró con incredulidad. 

—Disculpáme si tu palabra no me parece muy confiable en este momento después de descubrir que me estuvieron viendo la cara de estúpida durante.. ¿cuánto? ¿Un mes? ¿Cuatro? ¿Cinco? —cruzó los brazos sobre su pecho. Su expresión se volvió más sombría—. La verdad ya ni importa, es lo de menos, lo grave acá es que las dos personas que más quiero en el mundo se unieron para traicionarme de la peor manera posible 

—No quisimos lastimarte, Mar, te lo juro. Pero por más que tratamos de negar lo que sentimos, no sirvió de nada. Por más que me esfuerce por reprimirlo no puedo evitar quererlo —habló Ramiro con honestidad. A diferencia de Ciro, él lucia más afectado por la situación, podías ver una mezcla arrepentimiento y compasión en sus ojos. Era una obviedad por el cariño que le tenía que lo último que deseaba era hacerla sufrir. 

Pero lo hizo. Marina bajó la cabeza cuando las palabras de Ramiro impactaron de lleno en su corazón y se ciñeron alrededor como si fueran un alambre de púas, uno que enviaba punzadas de dolor con cada respiración que tomaba. 

—¿Lo querés? ¿A él? —repitió con masoquismo—. Después de todo lo que vivimos juntos, después de tantos meses en los que yo era tu mundo, ¿simplemente te das cuenta de que queres a mi hermano? ¿Así de la nada? 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora