Siete

358 58 60
                                    

Eran las nueve de la noche cuando Marina llamó a su ex novio para que fuera a verla a su casa porque tenían asuntos pendientes que discutir. A Ramiro siempre le había costado decirle que no y la chica era muy buena para convencerlo. Así fue como el castaño terminó sentado en su sala de estar, preguntándose si había hecho bien en ir.

—¿De qué querías hablar? —preguntó Ramiro.

—Quiero que nos arreglemos, Rama. Ya sé que dije que iba a mantener la distancia, pero te extraño —expresó afligida Marina—. No entiendo qué pasó para que un minuto quieras volver conmigo y al siguiente me rechaces.

Ramiro podía ver lo mal que la estaba pasando Marina con su ruptura y lo preocupada que la tenía el hecho de que, por primera vez, él no había regresado a sus brazos como siempre lo hacía. Era evidente que esta situación la tenía desesperada, pero Ramiro no podía darle lo que quería.

—¿Ya no me querés? —quiso saber Marina con voz temerosa.

—Obvio que te quiero, los sentimientos no se van de un día al otro. Nosotros tenemos historia y vivimos muchos momentos lindos —reconoció el castaño—, pero ahora me están pasando otras cosas..

—¿Qué te está pasando? —lo interrumpió Marina—. Contame, a lo mejor lo podemos afrontar juntos, yo puedo ayudarte.

—No, no podes. Nadie puede. Lo tengo que hacer solo, las respuestas que necesito solo me las puedo dar yo —suspiró pasando una mano por su pelo—. Mirá, no quiero que la pases mal, sos muy importante para mi y lo que menos deseo es que sufras, pero no puedo estar con vos ahora mismo. Dame más tiempo, ¿sí? Para aclarar mi mente e intentar buscar una solución para todos.

—¿Para todos? —Marina frunció el ceño mirándolo confundida—. ¿Hay alguien más? ¿Es eso lo que te tiene así?

—No, me refería a nosotros dos —se corrigió enseguida Ramiro pero ya era tarde, Marina ya se estaba haciendo la cabeza.

—¿Vos me dejaste porque te gusta otra chica? —cuestionó Marina al borde de las lágrimas, se cubrió la cara con las manos—. Dios, no puede ser.

—No, Marina, mirame —la agarró de las mejillas para que lo viera a los ojos—. Te prometo que no se trata de otra chica.

Y sí, sabía que había caído bajo al decirle eso porque técnicamente no mentía, no le gustaba ninguna otra chica que no fuera Marina, pero sí le estaba gustando un chico. Un chico que era su hermano.

Marina asintió al ver la seguridad que mostraba el castaño. Le creyó y eso no le generó ningún tipo de satisfacción a Ramiro. Se sentía una basura.

El cuerpo de Ramiro se tensó cuando escuchó como alguien se aclaraba la garganta. Volteó hacia un costado para encontrar a Ciro a unos metros detrás del sillón, estaba serio, seguramente confundiendo lo que veía. Ramiro soltó de inmediato a Marina y se alejó de ella disimuladamente.

—Perdón por interrumpirlos..—empezó diciendo Ciro en un tono amargado—, pero quería avisarte que ya me voy, Marina, no creo que vuelva a dormir así que acordate de cerrar todo con llave.

Ramiro no podía soportar ver esa expresión en su rostro, era desilusión pura, angustia camuflada de indiferencia. Quería explicarle que estaba malinterpretando las cosas, que no estaba jugando con él y su hermana, pero evidentemente no podía hacer eso ahora que Marina estaba presente.

—Bueno, avisame cuando llegues —respondió su hermana.

Ciro asintió—. Pásenla lindo.

En cuanto el ojiverde se fue un silencio incómodo se formó en la sala y Ramiro no hacía más que pensar en él, quería ir a buscarlo antes de que se vaya muy lejos así que se puso de pie.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora