Treinta Y Dos

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Habían transcurrido dos dias desde el cumpleaños de su prima, desde entonces Ciro no volvió a cruzar palabras con su hermana a pesar de verla en el colegio.

Ah, el colegio. Ese era otro tema. Sus compañeros seguían igual de pesados con sus miradas para nada disimuladas cuando los tres se hallaban en la misma habitación, sus indiscretos ojos iban pasando de uno a otro tratando de encontrar alguna expresión que los delatara y así tener algo nuevo que comentar sobre el drama adolescente que se estaba desarrollando bajo sus narices. Era realmente molesto. 

A Ciro empezó a fastidiarle tanta atención, le ponía los nervios de punta que hablaran a sus espaldas sobre su vida privada. No era problema de ellos lo que hacía o dejaba de hacer con Ramiro. Pero a sus compañeros parecía darles igual la incomodidad de los tres involucrados, ellos seguían opinando al respecto. 

Lo que le sorprendía era que Maxi no haya aprovechado la situación para atacarlo, eso sí que le llamaba la atención, después de todo estaba saliendo con su rival número uno, ese era motivo suficiente para hacer algún movimiento y echarles más tierra encima. 

Pero como sea, no se iba a quejar si al menos una persona se mantenía al margen de su vida amorosa. 

—Ya podes meter la mezcla al horno —indicó Lili yendo hacia la canilla para lavarse las manos. Volviendo a prestar atención al presente, Ciro observó a su novio hacer lo que su abuela dijo.

Al salir del colegio se fueron directamente a la casa de Lili a pasar la tarde con ella, almorzaron juntos y luego habían estado haciendo muffins para comerlos más tarde a la hora de la merienda. A Ciro le encantaba pasar tiempo con la familia de Ramiro, se sentía tan cómodo y en confianza a su alrededor, especialmente con Lili, quien lo trataba como si fuera otro de sus nietos. 

—Listo —Ramiro cerró la puerta del horno—. En veinte minutos ya deberían estar. 

—Perfecto, mientras me voy a dar un baño —anunció la mujer secando sus manos con un repasador—. Les encargo la limpieza, mis amores. 

—Pero.. 

—Se que lo van a hacer muy bien —se apresuró en desaparecer por la puerta de la cocina. 

—Bueno… —el castaño le echó un vistazo a los variados recipientes y utensilios que se ensuciaron, los ingredientes sobrantes sobre la mesada y el desorden provocado por tanto revuelo—, va a ser mejor que empecemos. 

Ahí estaba la parte menos favorita del ojiverde pero no había de otra, así que se pusieron manos a la obra para organizar todo. Ciro juntaba con sus manos la harina que había caído por accidente en la mesada mientras Ramiro llevaba los recipientes al lavadero, en una de esas ocasiones en las que se detenía junto al menor para agarrar un bowl se encontró la mirada atenta de éste. 

—¿Qué pasa? ¿Tengo algo? —preguntó Ramiro sintiéndose perseguido ante tanta inspección. 

Sin embargo, en lugar de responder Ciro sopló la harina que tenía sobre sus manos hacia el rostro de Ramiro. El inesperado ataque lo sorprendió lo suficiente como para dejarlo paralizado y sin habla momentáneamente, lo que le permitió a Ciro huir hasta el otro lado de la mesada para refugiarse de cualquier represalia. Fue más fuerte que él, esa impulsividad por arruinar un poco de la pulcra imagen de su novio lo venció. Aún no entendía cómo le hacía para nunca ensuciarse siquiera un poco ante actividades como cocinar o pintar murales. 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora