*Este capítulo tiene escenas explícitamente de sexo, contenido +18 ó +21 por la grafica y detallada descripción de las acciones de los protagonistas*
—Necesito conducir, Mai —trataba de concentrarme en el camino de regreso al hotel pero me fue imposible con Amaia en modo "sexo".
Nos fuimos del Naktis cuando ella lo pidió, tenía razón cuando recapacitamos justo en el momento exacto donde no había vuelta atrás a las acciones que íbamos a tomar. Todo comenzó un rato atrás.
Solo alcance a divisar a Anaís en la pista del Naktis haciendo sufrir a un Thomas que apenas se movía con el cuerpo de su novia pegado al de él, solo un par de señas por parte de Amaia y obtuvimos dos pulgares arriba de su parte. Estas chicas tenían todo planeado y fue una suerte que rentamos dos autos ya que si hubiésemos tenido que esperarlos mejor le pido un taxi para que se marcharan de allí cuando quisieran, no iba a aguantar si tenía que esperarlos.
Bajamos hasta el estacionamiento en un elevador que fue testigo de la anatomía de Amaia cuando no pude con mi curiosidad y la ataque pegando sus manos al espejo rozando su trasero contra mi erección. Mordisquee su cuello provocando temblores en su cuerpo y la tan maldita campanilla sonó anunciando que ya habíamos llegado a un estacionamiento desierto.
Levante a Amaia en mis brazos rozando a cada paso que daba un miembro que gritaba que le pusieran atención.
—Creo que no podré esperar mucho —supliqué con poder hacer algo aquí, mañana tendría tiempo de llevar el auto al lavado.
—Vamos... —sus piernas ya estaban enlazadas en mi cintura— el camino... ¡arg! —mordisquee su cuello por segunda vez y soltó un gruñido— es corto —y su espalda ya estaba en el capó del auto con medio cuerpo encima de ella.
No podía contenerme, no ahora que ya la tenía y no quería soltarla. Mis manos dibujaron el contorno de sus muslos bajo la sombra que nos daba el pilar del estacionamiento. Abrí sus piernas despacio agachándome hasta ellas besando su piel con marcas, ella con sus manos tapaba su boca para esconder sus gemidos al sentir mis labios en la humedad de su ropa interior mientras masajeaba con un pulgar para excitarla más.
—No te calles —con una de mis manos aleje las suyas— quiero escuchar.
—Eres un maldito jugando bajo —dijo cuando hicimos contacto— ¿por qué cambiaste de color tus ojos?
Me sorprendí al escucharla, no había sentido el picor de mis ojos y estaba concentrado en ella, solo en rozar cada parte de su cuerpo, en acariciar cada milímetro de su piel, en besar cada marca de su cuerpo imperfecto que tanto me enloquecía. Lo menos que me importaba era que mis pupilas estuvieran rojas.
—No lo puedo controlar cuando estoy excitado por algo que me tiene al límite —ella sonríe al escuchar eso—. Mejor subamos y vámonos de aquí —la tomé con fuerza dejándola en la puerta del copiloto y abriendo su puerta mientras bajaba su vestido que estaba a medio muslo.
—Gracias por esto —al subir me dedico una sonrisa.
Al girarme por la parte de atrás trate de acomodar mi erección para que al manejar no me incomodara. Tengo la mala costumbre de que los autos que manejo me gustan con cambios para no aburrirme mientras lo hago, ya que los automáticos no me generan ningún reto pero no pensé nunca encontrarme con esta situación en este momento donde maldijera no tenerlo.
Subí al vehículo como pude, me acomode en el asiento y con el cinturón de seguridad disimule mi molestia. Al poco andar Amaia me inspeccionó con una mirada acusadora tratando de ver que me sucedía hasta que se paró en mi bulto que trate de disimular con mi camisa.
ESTÁS LEYENDO
Ni tan Demonio {Completa}
Fantasy«Mi desgracia no es consecuencia de mi manera de pensar, sino de la de los demás». El Marqués de Sade. Nací después de un gran suceso y tocado por la mano de Lucifer, después me enamore de una persona tocada por un ángel. Me la arrebataron, me lasti...