IMPACTO

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—¿Qué estamos haciendo aquí? —Lucifer me ha acompañado por varias horas desde que desperté en medio del salón que reconocí como mi casa.

Tanto ella como Williams me han visto como si estuviera perdido en esta vida y él es el único que me indica que los tiempos cambiaron y por un pequeño accidente, que al parecer provoque, perdí gran parte de mis recuerdos.

Me mostró una fotografía llena de colores y con una chica que es igual a Amelia, dice que su nombre es Amaia pero en mi memoria por más que busco no recuerdo nada. Sin embargo, el sentimiento que se alojó en mi pecho cuando ví esos orbes que anhelo tanto me confirmó que la encontré de nuevo, que hay otra oportunidad.

También me indicó que el hombre de la fotografía era yo, pero al verme, lo que más me sorprendió, fue mi apariencia en aquella imagen donde mis ojos rojos confirmaban que era yo. Mi cara era de un hombre maduro no menor de cuarenta años, con los rasgos bien formados, una actitud madura. Con unas sienes entrando a la adultez teñidas de gris, con una barba mantenida y tupida pero nada más que notase el cambio. Sin embargo, ahora mi aspecto es más juvenil, no más de dieciocho o veinte años. De cabello negro y rasgos más suaves. Con un leve detalle, tengo una cicatriz en mi ceja derecha por un corte que me provocó la espada de luz.

Ahora estamos en la biblioteca subterránea donde están almacenados todos los diarios que he escrito a lo largo de mi vida. Lucifer me comentó que volví a mi aspecto juvenil por la espada de luz que porta Gabriel, el ángel de la piedad que me mira cada dos por tres desconfiando de mi presencia ¿o será al revés?

—Debes leer el último diario —ordena.

—¿Es tan importante?

—Sí, no sabemos si lo que planea Gabriel funcionará —dice de manera confiada.

Deja encima del escritorio un par de cuadernillos con tapa de cuero para mayor duración. Williams me hace un resumen de la vida pasada, que estuve en Japón, que sobreviví a un bomba nuclear, que ya he estado con dos reencarnaciones de Amelia pero que no sabe los detalles de lo que viví con Asa pues no alcanzó a conocerlo en persona.

Que una de ellas era hombre... <<Un hombre>> pienso, ¡Un hombre! ¿Cómo se me puede olvidar una vida con Amelia después de todas las promesas? ¿De todo lo que pasamos juntos? ¿De todo el amor que pudo existir en esos años que pasé junto a él?

Y ahora, Amaia, que estuve desde su nacimiento hasta dos noches atrás sin saber qué pasó.

Las horas pasaban y los fragmentos de mis palabras escritas en aquellos diarios llenaban el espacio, la frustración fue creciendo en el ambiente a cada párrafo que había avanzado. Necesitaba salir de la casa, no podía seguir enterrando mis dedos en las palmas haciéndome llagas.

¿Cómo no voy a recordar?

"Su piel era tan suave como la briza de la primavera que se colaba por nuestra ventana. Hemos pasado dos días completos en nuestra casa en Nagasaki y escribo esto mientras de las pestañas largas de Asa tocan sus mejillas después de sonreír por algún sueño que tuvo...", las palabras que leo a cada segundo me llenan la imaginación pero me dejan vacía el alma.

"No me importaría ser el monstruo sin corazón que las leyendas cuentan. Pero uno que pudiera no dormir con tal de contemplar cada expresión de su rostro. Un demonio que pueda desvelarse eternamente...", las letras llenas de amor me hicieron comprender lo que ya sabía, sin embargo, en mi mente había solo lagunas oscuras que la tristeza inundó.

"(...) Asa, puede que no leas nunca estas palabras, pero te prometo que se las leeré a tu próxima vida. O mejor aún, se las leeré a tu alma pues serás mi fin del ciclo. Podré pasar el resto de mi tiempo a tu lado, admirando esa sonrisa, besando esos labios, sin pensar en las palabras para poner fin a este amor."

Ni tan Demonio {Completa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora