ESCAPE

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Los años pasaron en un abrir y cerrar de ojos, llegamos a Hiroshima para terminar con el proyecto de ingeniería que me había traído a Japón en un comienzo; sin embargo a finales del 41, cuando atacaron la base naval Pearl Harbor en Hawaii, comenzó el caos.

—Tenemos que irnos de aquí —mi voz baja llena de preocupación alertó al pequeño que estaba descansando entre mis brazos— la situación se ha vuelto peor de lo que suponía.

—Tranquilo, no podías hacer nada más —el toque de sus labios en mi pecho hizo que sonriera a pesar de todo lo que estaba sucediendo— si consideras que es lo mejor, dejemos todo y salgamos de este país.

Hace días que tenía previsto salir de Japón, pero no había tenido éxito ya que todas las reservas habían sido llamadas para la guerra, estábamos perdidos, debíamos encontrar un lugar donde poder estar seguros. Teníamos que movernos y tratar de estar lo más lejos posible de todos los potenciales peligros que había escuchado en la oficina de planos. Estados Unidos no se quedaría sin hacer nada después de haber destruido la base más importante.

—Por lo pronto solo quiero mantenerte a salvo —beso su frente acariciando su cabello.

Desde que comenzamos el viaje, aparte de los cambios en la economía del país, de las contingencias que se viven día a día desde que la guerra llegó a su punto álgido; Asa también había cambiado. Estaba creciendo convirtiéndose en un hombre realmente adorable.

De primera, llegue a este lugar por el proyecto de mejoramiento de los transportes y eficiencia en el consumo de petróleo por el embargue que había sufrido Japón, pero todo se fue al carajo cuando los otro países intervinieron. Cada día se veía como a los jóvenes los reclutaban para llevarlos al ejército y pelear, a mi parecer, en una guerra de poderes y como siempre sin justificación para mejorar la vida del pueblo, eso nunca ocurría.

Con Asa tuvimos varios problemas, hasta que una vieja nos informó que si yo tenía los documentos de dominio del pequeño, nadie lo reclutará para la guerra. A los días, prácticamente compre a Asa al gobierno.

Para estar seguros, con el tiempo teníamos que hablar en español cuando estábamos en público. El inglés y el francés se volvieron idiomas prohibidos ya que estos países se habían aliados con los grandes en contra de las potencias del eje. Y japonés era el idioma que todos manejaban a la perfección para poner en riesgo nuestros planes de huida.

En el entretanto, Asa aprendió técnicas marciales y a manejar un arma en la escuela de Hiroshima, creció más de diez centímetros quedando a la altura de mi barbilla y se desarrolló a tal punto, que se avergonzaba de que lo tomara en brazos cuando estábamos en casa.

—Tenemos que cambiar tus maletas por algo más práctico —habíamos pensado en todo— encontré a un señor que compra estas cosas, pero los precios no son buenos.

—Aceptaremos lo que nos dé —lo abrazo para pegarlo más a mi cuerpo— después de eso trataremos de irnos.

— ¿Ya viste las rutas? —se levanta de mi agarre para mirarme.

—Ya me conoces.

Tratamos de dormir para reponer las energías para la mañana siguiente, me gustaría decir que vivimos una vida feliz y en paz, pero el tiempo y las circunstancias no dejaban que disfrutara en paz de la compañía de mi eterno amor.

Nuestro destino era una zona rural cercana a la costa, para tratar de tomar el primer barco que saliera al continente y así trasladarnos a nuestro hogar. No podía permitirme que Asa sufriera más en esta vida, pero me sentía aliviado de que me apoyara en mis decisiones y pudiera aguantar toda la carga que conllevaba esta situación.

Ni tan Demonio {Completa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora