APRENDIENDO DE SEXO

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Estábamos en la habitación, la Señora Roz no parecía tan anciana como todos me decían, quería preguntar muchas cosas, pero ella toma la iniciativa invitándome a sentar a su lado. Coge una pose autoritaria mientras toma su taza de té a un lado. Se acomoda cruzando sus piernas y dejándome ver una piel tan blanca como la leche pero siempre tapando su pierna derecha, "Solo un consejo Kail, si la señora dice que te acuestes con ella ¡Hacedlo!" escucho a George en mi cabeza concluyendo que aquí se hace lo que ella desea, y esto no me parece una idea tan agradable.

—Hoy solo quiero conversar con usted —dice calmada— me inspira confianza y desde ahora quiero dejar las cosas claras para que no me malinterprete o sienta que usted joven está haciendo algo mal —suspira y toma su tiempo que me parece más que el necesario— para ser una mujer estoy incompleta y no puedo tener hijos, el señor Roz solo se casó conmigo para heredar la fortuna de mi padre, se podría decir que estuvo realmente complacido cuando obtuvo una dote generosa y aprendió a ser un hacendado.

>> Los niños que usted ve y se declaran nuestros hijos, en realidad los tuvo Elizabeth. Me pareció enfermo de la forma en que ocurrió, pero para poder salvar mi alma del infierno, aunque sea un poco, quise mantenerla aquí. El plan original del Señor Roz era matarla y desaparecerla, pero me negué rotundamente después de muchos golpes.

>> Para el bien de todos, solo conocemos la verdad nosotros tres, los niños piensan que yo soy su verdadera madre y por eso nos esforzamos en que sea así, pero como mujer no pude arrebatarle esa oportunidad a Elizabeth. Se lo estoy contando porque la veo como la observa, sé que no es amor, pero no creo que su cuerpo no se sienta atraído por una mujer así. Además de que a ella le agrada usted aunque no lo parezca.

Solo escuchaba en silencio todo lo que estaba relatando.

>> Después de todo lo que ocurrió años atrás, el señor Roz me dejo de mirar pero no de maltratar, debemos tener en consideración que siempre estamos manteniendo una postura social de que somos la pareja perfecta, sin embargo nunca lo ha sido. Cuando mi padre murió años después del nacimiento de los gemelos, me dejó una caja fuerte muy bien escondida y bien surtida para no pasar por necesidades. Nunca le dije lo que pasaba en verdad pero sospechaba de cosas por mis ojos, o es lo que dijo cuándo se despidió después de sufrir el accidente.

>> El trato con el señor Roz es el siguiente, yo soy el ama de casa y madre perfecta para la sociedad, en cambio me daba espacio suficiente para hacer lo que yo quiera a ciertas horas del día. Como ya soy una mujer adulta a veces me gusta satisfacer ciertas necesidades y otras solo que me escuchen, solo espero que usted este aquí el tiempo suficiente para yo no necesitar a nadie más. Y en lo que mí respecta, su vida puede continuar si quiere pasar su tiempo con otra mujer siempre que cumpla con este trato.

Cuando terminó de contarme todo un tiempo después, todas mis dudas se habían despejado y otras más habían surgido, no quería dudar de su palabra pero algo aquí no encajaba del todo. Trate de mantenerme imparcial porque de igual manera me está dando la libertad para poder salir cuando esté listo. Pero me tocaba a mí confesar algunas cosas sobre todo el color de mis ojos que no sé cuándo cambiarán ya que perdí la cuenta cuando la luna roja iba asomarse en el cielo.

—Yo también quiero decirle algo —dije suspirando y pensando que todo iba hacer una locura— si vamos hacer esto quiero que me enseñe algunas cosas.

—Te escucho —dijo muy curiosa.

—Quiero que me enseñe a leer y a escribir.

— ¿Eso es todo? —preguntó como si estuviera haciéndole un mal chiste.

—No, también hay un problemas con mis ojos —dije restándole importancia, si habían pasado cien años, quizás la mente de algunas personas también hayan cambiado— bajo ciertas circunstancias se vuelven rojos, es una enfermedad que tengo desde que nací.

Ni tan Demonio {Completa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora