CONOCIENDONOS.

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Asa-chan POV

Desde que el extranjero llego al templo, todo se volvió extraño...

-Maestro –me acerque a Satoshi-san interrumpiendo la meditación de la noche.

-¿Qué sucede Asa-chan? –siempre me habla con tal tranquilidad, solo que mis nervios estan llenando la sala en este momento.

-Hay un extraño en la entrada –digo moviendo mis manos –tiene los ojos del Oni –digo manteniendo la vista en el dibujo a nuestra izquierda.

-¿Los ojos del Oni? –Pregunta extrañado –sabes que no se presentan en los templos –trata de levantarse para ir a la puerta, le ayudo con esta sencilla acción.

Cuando el anciano llega a la puerta del templo, no la abre y mira a través de las rendijas que tiene por la falta de mantención. Miro en la misma dirección y ahí están, se ve perfectamente el color rojo a través de la oscuridad, este aún está parado en la entrada, en la misma posición desde que cruzamos miradas, mi cuerpo tiembla bajo la presencia de tal personaje.

-Déjalo solo, se ira luego –me dice el maestro y vuelve a la meditación.

-¿Y si no se va? ¿Qué hacemos? –el miedo que se extendía por mi cuerpo, se hace presente en mi voz.

-Acogerlo –sonríe –somos monjes, si nuestro invitado no se quiere ir, debemos recibirlo antes que hacer que su furia remita sobre el pueblo. Sabes bien Asa-chan, los escritos estudiados lo dicen –sé exactamente qué debo hacer después de estas palabras, las antiguas leyes dicen que debemos mantener contentos a los espíritus para que la desgracia no caiga sobre nuestras vidas.

En el primer momento que cruce mirada con él mi cuerpo reacciono de una manera que nunca lo había hecho, comencé a sudar en frío y mis temblorosas manos no podían terminar de cerrar la puerta. Fue el temor de ver sus ojos, los mismos con los que había estado soñando toda mi vida, el rojo profundo de aspecto agradable y amable, fue un impacto ver que eran los mismo que tenía él aquella noche. Cuando trate de decirle al maestro, nunca pensé que era el Oni que le había señalado solo necesitaba una comparación.

Esa noche las sensaciones casi eléctricas que recorrieron mi espinazo no me permitieron dormir, era algo que no podía comparar con nada más. Solo me hacía sentir así las ganas de querer salir de aquí y recorrer el mundo en busca de algo que me hiciera sentir con vida. Siempre escuchaba a los otros hombres del pueblo comentar todo lo que los extranjeros traían, sentía curiosidad de volar más allá para encontrar algo que anhelaba con el alma.

A la mañana siguiente antes que saliera el sol, fue impactante verlo dormir entre las estatuas del templo, cuando lo encontré mi corazón se alteró, su cuerpo más grande que el mío, estaba escondido, al parecer soñando con algún recuerdo. Estaba mojado, la lluvia de la noche anterior no fue compasivo con él, pero no se veía rastro de entumecimiento o frío, sus labios aún se encontraban rojos y su cuerpo emanaba un poco de vapor por debajo de esas ropas extrañas.

Las maletas que llevaba estaban tiradas debajo, a lo mejor trato de protegerlas o usarlas como colchón. Busque una vara larga, saque las maletas y las deje a mi costado, "Acogerlo" la voz del maestro atravesó mis pensamiento viendo con claridad lo que tenía que hacer, tenía que despertar para que pudiese entrar, con su tamaño no podría arrastrarlo hasta el interior de nuestra pequeña casa.

-¡Que mierda! –su voz grave hizo que mi piel se erizara, al parecer si podía ser un Oni, pero uno que tentara a cometer actos contra mi voluntad.

Al despertar tenía los ojos negros, no podía distinguir bien sus pupilas, pero su mirada fue tan penetrante que no supe qué hacer. Al momento comenzó a moverse, suspiro al ver sus maletas a mi lado. Al levantarse lo había comprobado, era mucho más alto que yo, sus hombros anchos y una estructura digna de un guerrero, sus ropas extrañas, solo marcaban más su figura atlética. Mis mejillas hirvieron al ver el bulto en sus piernas, "¿De qué te extrañas? A veces también te levantas así" mi conciencia toma de manera natural su erección.

Ni tan Demonio {Completa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora