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Llegué al condominio y solo saqué las llaves para abrir la puerta, pero fallé porque me tiembla la mano.

—¿Desde cuando tienes párkinson? —escuche preguntar al Román.

—Call..callate weon —traté de hablar lo más normal posible, obvio no pude.

—Y tartamuda también —se rió.

Las llaves se me cayeron. Aapoye mi brazo en la reja para después apoyar mi cabeza y tratar de relajarme un poco.

Román culiao no puede solo abrir la puerta en vez de abrir su caga de hocico, que de algo sirva el inútil culiao.

—Eh, princesa, ¿Te sientes bien? —sentí sus manos en mi cintura.

Princesa..

—No me toques —saqué sus manos de mi cintura—Estoy bien, solo abre la puerta.

—Te conozco, se que no lo estás —me di vuelta y me miró, puso sus dedos sobre mi mejilla derecha y me limpió una lágrima—Ven —dijo y entró a la caseta.

No se porque lo seguí, pero iría a cualquier lugar, menos a mi casa.

Me senté en la silla y él se apoyó en la pared con los brazos cruzados. Me observó por unos segundos.

—¿Y? ¿Por qué vienes así?

Lo miré, demuestra preocupación pero no le creo nada, mire hacia afuera y no pasa ni un alma.

—¿Te hicieron algo? ¿Un viejo culiao te toco? ese principito azul te hizo algo, te apuesto.

—El no es como tú —murmuré.

—Ah, pensé que te habían cortado la lengua.

Vi una monster encima y la agarre, la olí primero y lo miré.

—No le eche nada, toma nomás.

—Y ese milagro que la tomas sin nada —dije mirando el piso fijamente ¿Esa wea es una araña?

—Ya estoy viejo, no quiero que me de un infarto y no poder cumplir mi sueño.

No me quiero ni imaginar cual es su sueño, de seguro son puras weas.

Un celular empezó a sonar, ojalá que no sea el mío.

—Ya, si estoy aquí, ven nomás si estoy solo —habló el Román y se guardo su celular en el pantalón.

Me paré de la silla e iba a salir pero no me dejó.

—Se nota que no quieres estar en tu casa, no se que wea pasó pero quédate aquí, yo voy a conversar con un amigo así que no salgas —dijo y salió de la caseta.

Empecé a darme vueltas en la silla hasta que me empezó a doler la cabeza.

Ahora mi celular empezó a sonar, vi el nombre de mi papá y me entraron ganas de llorar otra vez. Corté, pero volvió a llamar y para este minuto yo ya estoy llorando como weona.

¿Qué? —pregunté y me limpié unas lágrimas.

—¿Cómo que, qué? ¿Donde estás?

—Por ahí.

—Ven al tiro para la casa, se supone que me ibas a buscar pero ni te asomaste por allá.

Ojalá papito, ojalá nunca me hubiera asomado por allá..

—Ya voy corté.

Inhale y exhale.. todo va a estar bien.

¿A quién engaño? Nada estará bien.

Oiga vecino#1                           |𝘁𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗱𝗮|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora