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Respira profundo..no pasa nada, todo saldrá bien.

Toque el timbre de la nueva casa de mi papá, es LA casa weon, espere un poco hasta que sono una wea y la puerta se abrió.

Entre y vi a la Maria, me quede parada mirándola, sin reaccionar.

—Mi niña.—me abrazo y yo a ella

—Te extrañe.

—No lo pareció.—se rio—Ni una llamada.

—Han pasado tantas cosas.—suspire y la mire—Tenemos mucho de que hablar.

—Ya, entra mejor que tu papá te esta esperando.

Asentí y entre a la casa, vi a mi papá sentado en el sillón mientras ve un partido, típico de el.

—Hola.—lo saludé

—¡Hija!—dijo y se paró del sillón, camino hacia mi y me abrazo—¿Cómo estás?

—Bie...—una voz chillona lo interrumpió

—¡Celeste!

Mire a las escaleras y ahí está la mujer que destruyó el matrimonio de mis papas, la que hizo elegir a mi papá y también la que tiene a mi medio hermano.

—¿Que hace aquí?—le pregunte a mi papá

—Hija, la Mónica es mi pareja y también vas a tener que convivir con ella cuando vengas los fines de semana, así que es mejor que se conozcan, seguro se llevarán muy bien.—sonrio

La Mónica me sonrió pero yo no, a la mierda.

—Me dijiste que no iba a estar, papá..te di una oportunidad, ¿sabes lo que me costó?—dije enojada—si tu propósito es que empiece a odiarte créeme que vas por un buen camino, y no, no pienso conocer a esta mujer, me importa tres hectáreas del reverendo pico que tengan un hijo, el no es y nunca será mi hermano, no se para que chucha querías que viniera.

Salí de la casa lo más rápido que pude, ¿me habré pasado? ¿y si me pase, que?

Me quede mirando el refrigerador, weon no hay NADA, abri los muebles y tampoco.

Igual es tarde, dudo que algún negocio esté abierto q esta hora.

Salí de mi casa y fui hasta el negocio de la señora Margarita pero ya cerro, caminé hasta donde el viejo pesado pero igual está cerrado, me devolví a mi casa pero tomé mal el camino y salí por la calle en donde está la casa del Ulises.

¿Tendrá un paquete de fideos?

Toque el timbre y el Ulises salió con cara de sueño, se refregó los ojos y me quedo mirando con el ceño fruncido.

El culiao me a estado evitando, bueno que no somos ni amigos, pero esta raro.

Oiga vecino, ¿tiene un paquetito de fideos que me preste.

—Mm creo que si, pasa.

—No, aquí nomas, gracias.

Asintió y entró a su casa otra vez, sonó una olla y después un plato caerse, seguramente se hizo mierda.

Entre a la casa y me dirigí a la cocina, vi al aweonao recogiendo los pedazos del plato y una olla hirviendo a cagar.

—¿Te ayudo?—le pregunte

—No, si no pasa nada.—dijo y le apagó a la olla

—Bueno..—me aclare la garganta

—Los últimos fideos que tenía están aquí.—apuntó a la olla

Oiga vecino#1                           |𝘁𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗱𝗮|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora