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—Tengo hambre.—me queje

—¿No te basto con mis doritos?—se rio y pasó su pulgar por encima de mi ceja derecha

Negué.

—¿Que quieres comer?

—Un pancito con queso, chancho o mantequilla.—me mordí el labio

—¿La mitad o entero?—frunció el ceño

Me senté y vi lo que estaba haciendo en su celular, está hablando con un tal Kim.

Ya po, que esta anda apurada.

—Entero.

—Uy si se lo come entero.—me webio y le pegue un wate

—Idiota.—susurre y abrace mis rodillas

—Idiiti.—se burló

Me reí, pasaron unos minutos en silencio, pero no uno incómodo, si no..cómodo.

Se escuchó la puerta abrirse y pegue un saltito, vi a una mina entrar, de estatura promedio, pelo castaño y tiene el septum, nunca había visto a esta mina.

—Ya weon, toma.— dijo y sacó una bolsa de su mochila con weas adentro

—Vale, gracias.

—¿Vas a ir hoy?—se cruzó de brazos y su mirada se dirigió a mi—Ah, hola.

—Hola.

—Si, ¿le dijiste a los cabros?—frunció el ceño

Asintió y volvió a mirarme pero con el ceño fruncido—Mejor hablamos después, chao.

—Chao.—susurre y el Ulises hizo un ademán

La loquita se fue y el Ulises dejó la bolsa en mis piernas, la abrí y vi unas galletas, un juguito y un ¡pan!

Abrí el pan y es con chancho y queso.

—¿Cuanto te debo?—le pregunte y mordi el pan

Wea rica.

—Déjalo ahí nomas.

—No, ¿cuanto te debo?

—Nada.—rodó los ojos y le pegó una mordida a mi pan

Asentí, aunque obvio se lo voy a pagar.

El timbre sonó e hice una mueca.

—No quiero entrar.

—No entremos po.—le restó importancia

—¿Desde cuando ya no eres un pesado culiao?—dije abriendo mi juguito

—Con que te gustaba que fuera pesado contigo.—se rio

—No, es que desde ese día que eres más amable conmigo y..¿te doy lastima, por eso ahora eres así conmigo?—fruncí el ceño

—Eres amigas de mis amigos, mi vecina y me caes bien, no me das lástima, incluso..—se aclaró la garganta

—¿Incluso?

—Nada.—sacó otra vez su celular

—Dimee.—le moví el brazo

—No es nada, olvídalo.

Apoye mi cabeza en su hombro y seguí tomando de mi jugo, mordi mi pan, que ya voy por la mitad, partí el pan con mis manos y le ofrecí al Ulises.

—No quiero, gracias.—sonrió

—¿En serio rechazas comida?

—Mejor dame galletas.

Saqué las galletas de la bolsa y se las pase, las abrió y se echo una a la boca.

Oiga vecino#1                           |𝘁𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗱𝗮|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora