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—Jesús weona me duele la cabeza.

—Será porque parecen murciélagos las weonas po —dijo la Ivannia tan simpática como siempre.

—Ay, tomate un armonil —la webio la Jesús—Tan amargada, sonríe que la vida es corta.

—Anda a webiar a otro lado con tus frases motivacionales —bufó.

—¿No te dieron anoche? —la webie yo ahora.

—No es esa wea, solo que.. Agh nada.

—¿Por qué ya no nos cuentas nada? —le pregunté.

—Si weon, ¿Estás enojada o qué?

—No, es que tengo unos problemas culiaos, el fin de semana tengo que ir donde mis primos y me carga ir donde esos pendejos porque son tan bulliciosos que siento que la cabeza me explotará —se sobo la sien.

—Que paja los pendejos culiaos, menos mal soy hija única —dijo la Jesús aliviada.

Tocó el timbre y nos paramos de la banca donde estábamos, caminamos hacia las escaleras y al final, osea arriba de las escaleras vi al Borja hablando muy cariñosamente con la Luisa, una compañera de curso.

Pero si nunca los había visto hablar, ¿Qué onda?

Me agarraron del brazo y casi me caigo, pero pude correr hacia donde sea que me lleve.. ¿el Ulises?

—Espérate que me canso —me reí.

Me ignoro y solo entramos a una sala vacía, mejor dicho.. el laboratorio. Cerró la puerta y miró hacia todos lados, cómo si alguien lo estuviera persiguiendo.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué me traes así weon? ¿No pudiste decir "oye quiero hablar contigo"? ¿No vez que m.. —me interrumpió.

—¡Cállate! —me tapo la boca y se apegó mucho a mi cuerpo, puedo sentir como su respiración esta demasiado agitada, su pecho sube y baja rápidamente.

—Cállate y ayúdame —saco lentamente su mano de mi boca.

Fruncí el ceño.

—¿En serio crees que te ayudaré cuando me ha... —me volvió a interrumpir.

—Mira, necesito salir de aquí ahora.

—¿Por qué?

—Eso no te incumbe —dijo frustrado—Solo ayúdame a salir de esta wea.

—¿Por qué yo?

—Que se yo, solo necesito saber cómo mierda salir, ¿Tú lo sabes?

Parece muy urgido.

—Si, sígueme —dije y agarré su mano, abrí lentamente la puerta y miré hacía los dos lados para ver qué no viniera nadie.

Empezamos a correr por el pasillo hasta llegar al patio, vi al chasca hablando por celular.

—Si nos pillan es tu culpa —susurré.

Vi que el chasca miró hacia las escaleras y corrimos para cruzar la cancha, llegamos abajo de las gradas y nos escondimos lo más que pudimos, ¿Lo malo? estamos muy juntos, más que en el laboratorio.

—Hay que esperar un poco.

—Arriesgada la cabra chica, me gusta —se rió.

—Cállate.

Murmuró algo y empezó a mover la pata como malo de la cabeza.

—Deja tu pata tranquila —fruncí en ceño.

Oiga vecino#1                           |𝘁𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗱𝗮|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora