Epílogo

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A partir de ese momento todo fue como lo tenía planeado. Después de que Andrés diera su declaración y afirmara ciertos datos falsos sobre lo que había hecho, se hizo una investigación, en la que me encontraron culpable de haber matado a Amir. Él se hizo cargo de sembrar evidencia falsa, era cierto que había matado a Amir, pero no de la forma en la que él le hizo creer a la policía.

Hicieron un juicio, en el que me dieron 30 años de prisión por su asesinato.

Me llevaron a la prisión estatal, en la cual no la pasé nada bien. Andrés dijo que me mantendría vigilada y lo cumplió. Nunca estaba sola. Siempre tenía ojos sobre mí, presas que eran mi sombra.

Cuando se supo que estaba en prisión, Martha y Marcus fueron a visitarme. Primero fue Martha, de incognito.

Platicamos en el área de visita, junto con las demás reclusas y con los policías vigilándonos.

— ¿Qué fue lo que hiciste, Niña?

—Era algo que tenía que hacer.

—Pero matar a tu padre.

—No vas a hacer que me sienta mal por lo que hice, porque no lo lamento.

Me miró desconcertada

— ¿Por qué lo hiciste?

—Quería mi libertad.

— ¿Libertad? Si estás encerrada aquí. Con Amir tenías libertad

Bufé

—Fui como un mono amaestrado, bailé para Amir toda mi vida. Creo que era justo lo que necesitaba, escapar. Como siempre, el Karma es una perra y me alcanzó, haciendo su justicia.

Tomó mi mano

—Las cosas no han ido bien. Ahora estamos a cargo de Andrés y todo es horrible. Marcus lo odia, pero debo de aceptar que ha hecho un buen trabajo manejando los negocios de Amir.

—Lo sé y estarán en buenas manos.

Un policía se acercó a nosotros.

—Su tiempo ha terminado—nos dijo

Ella se levantó y me abrazó

—Siento mucho lo que te voy a pedir, pero ya no vengas—le dije como un susurro

— ¿Por qué?

—Es mejor así—tomé su mano—gracias por todo lo que hiciste por mí. Siempre voy a estar agradecida por eso

— ¿Te estás despidiendo?

Sólo la miré fijamente

—No hagas ninguna estupidez.

No dije más, solamente me fui, dejando ahí a Martha con el semblante confundido en busca de respuestas, las cuales no obtendría de mí.

Semanas después Marcus fue a visitarme. Por ordenes de Martha, quizás, o de Andrés para confirmar que lo estaba pasando mal.

Él me odiaba por no haberle dicho mis planes acerca de Amir, pero no podía, no era un riesgo que pensaba tomar.

Su visita fue corta y fue la única que hizo, porque yo se lo pedí.

—No cometas mis errores, Marcus—fue lo único que dije en un largo tiempo

— ¿Por qué lo hiciste, ángel?

—Esa respuesta ya se la di a Martha y al jurado, conoces las respuesta.

— ¿Tanto deseabas tu libertad?

Asentí

— ¿Pero a donde te llevó tu decisión? Yo no veo que tengas esa libertad que tanto añorabas

—Soy más libre aquí, de lo que fui con Amir.

—No puedo creer que te conformes con esto. Esta no eres tú.

—Soy la nueva yo.

—Me niego a creer lo que me estás diciendo. ¿A menos que tengas un plan?

Reí

—No lo tengo. Sólo me conformo con lo que tengo ahora. Estoy feliz de estar lejos de ese mundo. Un mundo que nos consume poco a poco.

Él me miró fijamente, sabía que tenía razón.

—Tengo que irme, Ángel

Asentí

—Gracias y te pediré lo mismo que a Martha—respiré profundo y exhalé—Ya no vengas.

Y así fue.

Esa fue la última y única vez que lo vi. En un largo tiempo. Años después lo vi de lejos en una calle en España ó al menos eso creí.

Pasó el tiempo y convencí al bando rival de las mujeres que Andrés tenía para vigilarme que se pelearan con ellas, no fue difícil hacerlo.

Así que me hubiera gustado ver su cara, cuando supo lo que hice ahí y con ellas.

Semanas después ellas me consideraban parte de su grupo. Fue fácil organizar un motín. Conseguí con la distribuidora material inflamable, unos cuantos huesos de res, y pollo a los cuales agregué un poco de mi material genético, como cabello y saliva.

Cuando las chicas hicieron el motín, yo incendié gran parte de la prisión ocasionando que vario muros cayeran debido a la gran explosión que hubo. Varias aprovecharon para escapar, entre ellas yo, Por desgracia varias personas murieron en él, entre ellas yo, así lo hice creer, dejando huesos incinerados con mi material genético en el lugar.

Estaba segura que las personas que me conocían bien no se creyeron el cuento de mi muerte.

Al final conseguí librarme de todo. Inicié una nueva vida. Con una nueva identidad. Tenía mi libertad, pero sabía que no sería por mucho tiempo. Al final, tarde o temprano Andrés me encontraría. 

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora