XXXVII

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Al día siguiente me levanté temprano. Salí a correr a los alrededores de la casa. Los trabajadores de Andrés no me quitaban los ojos de encima. A lo lejos, vi salir a Andrés por la puerta principal de la casa, le dijo algo a uno de sus guardaespaldas que estaba parado ahí. El hombre asintió y se quedó estático. Andrés caminó hasta donde me encontraba, me saludó con su mano derecha. Paré y esperé a que llegara.

—Te tengo buenas noticias, Dabria.

— ¿Sobre qué?

—Sobre el estado de tu situación.

— ¿Y cuál es?

—Oficialmente, estás siendo buscada por el asesinato de Amir. En un par de días, te arrestaré y te llevaré a Monterrey.

Asentí

—Es perfecto.

—Los Harris están hablando con sus abogados, para ver cómo pueden reducir la sentencia.

El juego estaba a punto de terminar.

—Gracias, Andrés.

—Te dije que te ayudaría. Seré un mafioso, pero mi abuelo me enseñó a cumplir con mi palabra. Más cuando se trata de ayudar a una dama en apuros

Reí

—No soy una dama, y lo sabes.

Por la ventana del segundo piso, vi como estábamos siendo observados por Adam Jones, segundos después se unió Nina.

—Pero si estabas en apuros.

—Sólo un poco.

Se acercó más a mí.

— ¿Estás segura que esto es lo que quieres? ¿Ir a prisión?

—Sí

—Estás a tiempo de retractarte, puedes quedarte con el negocio de Amir, podrías ser mi socia, podríamos dirigir juntos. Eres buena en este mundo, Dabria. La mejor que he visto en mi vida.

Solté una respiración sostenida.

—No es lo que quiero. Soy buena en esto, porque no tenía otra opción, pero ahora que la tengo, no la quiero.

Me miró fijamente

Me acerqué a él y lo tomé de la mejilla.

—Si es que tienes sentimientos por mí, olvídalos—tomó mi mano en su mejilla—por favor, Andrés. Serás el dueño, de un gran negocio. No solamente del oculto, sino, también de la empresa legítima de Amir. Serás el nuevo magnate del acero—quité mi mano de su mejilla—Fue divertido lo que tuvimos, pero yo no tengo sentimientos por ti. Lo siento—le di un beso en la mejilla—será mejor que vaya a ver a los Harris.

Caminé lejos de ahí. Fui a la habitación del segundo piso en donde se encontraban.

Andrés podría ser un buen compañero de vida, teníamos muchas cosas en común, pero no era lo que yo quería en mi vida. Tenía la posibilidad de cambiar mi vida. Ser libre. Y no iba a cambiar mi libertad, por él. Amaba más mi libertad.

Llegué a la habitación. Toqué antes de entrar.

Eitan abrió la puerta.

—Pasa, Victoria.

Entré

—Qué bueno que vienes, tenemos que hablar.

Me senté en el sofá que había en la habitación.

— ¿Qué es lo que acaba de pasar allá abajo? —preguntó Adam

—Me despedí de Andrés—respondí mirándolo.

— ¿Ustedes tuvieron algo? —preguntó Eitan

—Fue sólo mi objetivo, lo que pasó con él no fue importante, sentimentalmente. Fue solamente mi forma de llegar a él para cumplir con el plan.

Nina me miró fijamente.

—Lo mismo dije, y terminé casada con mi objetivo—rió. Miró a Adam y él sonrió.

—No es lo mismo—respondí. Conocía su historia.

—Fue divertido lo que vivimos, entretenido, pero no tengo sentimientos amorosos por él.

—Pero él si los tiene por ti—intervino Nicholas

— ¿Cómo lo sabes?

—Lo he visto antes, con tu padre—respondió

— ¿Sabes que si él tiene sentimientos, cambia por completo el plan? —me cuestionó Eitan.

—No lo cambia en nada.

—Dependemos de él para llevarte a prisión—su voz fue fuerte y demandante—Si tiene sentimientos por ti, hará todo lo posible por evitar que hacerlo—sin duda Eitan, era bastante inteligente, era todo un estratega. Y tenía razón, corría cierto peligro.

—Esto no cambia en nada el plan. El resultado será el mismo. De eso me encargo yo.

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora