XX

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Lo único que quería era estar sola, quería pensar en todo lo que había pasado en este par de días. Siempre había tenido todo bajo control. Todo en mi vida lo sabía controlar de la mejor manera para que saliera tal y como yo lo quería, pero en estos días eso había cambiado, sin darme cuenta Amir estaba ideando un plan para que yo fuera quien lo remplazara dentro de un tiempo, y  Andrés, creí que sabía todo de él, que lo tenía en la palma de mi mano, pero me equivoqué, no sabía nada de él. Cómo no lo pude averiguar antes. Me sentía una estúpida.

Podría haberme escapado, nunca regresar, huir, pero sabía que tarde o temprano me encontrarían. 

Salí de la guarida, necesitaba despejar mi mente, necesitaba idear un nuevo plan y no iba a ser cuando estuviera de nuevo en Mazatlán, tenía que tenerlo listo antes de regresar.

Tomé uno de los coches y fui a una de las partes altas, quería ver la ciudad. Verla y compararla con mi vida me ayudaba a pensar y planear lo que tenía que hacer. Llegué y me senté en el suelo. Desde donde estaba se alcanzaba a ver gran parte de la ciudad. A esa hora de la madrugada todo estaba tan tranquilo; y mi vida al igual que la situación de mi misión, era un desastre. Fue esa tranquilidad lo que me hizo saber lo que tenía que hacer.

 Me levanté de donde estaba. Sin hacer más, me regresé a la guarida. Al llegar me fui directo a entrenar, de alguna manera tenía que sacar todo ese coraje que traía dentro. 

Mientras golpeaba uno de los sacos de boxeo se acercó Marcus. Sólo me observó en silencio, como cuando era mi instructor de combate. 

—Sigues siendo veloz, igual que cuando eras una niña, pero ahora tus golpes son más firmes y marcados

Seguí golpeando el saco, ignoré por completo su presencia.

— ¿A dónde has ido?

No respondí. Seguí con lo mío.

Apartó el saco y se paró frente a mí, sequé con mi brazo el sudor de mi frente.

— ¿Me dirás a dónde fuiste?

— ¿Qué te hace pensar que fui a algún lado?

—Te vi anoche gritarle a Martha, además estaba haciendo guardia ayer y te vi salir. No te preocupes no dije nada.

— ¿Quieres que te de las gracias? —arqueé una ceja

Se quedó serio.

Me tomó del abrazo fuertemente

— ¿Qué es lo que te pasa, Dabria?

Nunca me hablaba por mi nombre. Era una señal de que estaba enojado

—Salí, necesitaba un poco de aire fresco, ¿está bien? — Inhalé profundo y exhalé —necesitaba pensar en los nuevos planes para la misión y sabes que para eso necesito estar fuera. 

Me miró fijamente.

—Hay algo más, lo sé.

Marcus siempre fue muy intuitivo, por eso siempre fue difícil ocultarle cosas. 

—Ya sé que Amir te dijo que tú serás quién se quede con el negocio.

Me quedé callada y me solté de su agarre

—No sé porque se empeña en que sea yo. Dime ¿Qué pasaría si me matan en alguna de las misiones a las que salgo?

—Eso nunca pasará, eres el ángel de la muerte.

—Sabes de sobra que puede pasar.

—Tienes un excelente entrenamiento. Es poco probable que pase. Además nosotros estamos encargados de protegerte, lo tenemos muy claro, primero está tu vida, antes que la nuestra.

—No digas eso.

—Sabes que eres la única indicada para esto. Sé que es lo que más te cuesta aceptar, pero tienes aceptarlo eres la persona perfecta para esto, eres la única que sabe todo de este mundo.

— ¿Qué hay de ti? Tú también sabes todo de este mundo.

—Yo ya estoy viejo para esto, yo ya voy de salida, Ángel. Así que cuando seas tú quién se encargue del negocio tendrás que conseguir a alguien que salga a hacer el trabajo que tú ya no podrás hacer.

—No estás viejo, Marcus.

—Para este mundo sabes que sí.

Se acercó a mí y me abrazó con fuerza.

—Sabes que lo que te dije es verdad. Además creo que ya me merezco unas buenas vacaciones.

Reí

—Sabes que no tenemos vacaciones

Rió

—Lo sé, pero siempre es bueno tener alguna esperanza, ¿no lo crees?

—Para algunas personas es bueno, no para nosotros—permanecí seria

—Sin duda eres perfecta para esto

Sin decir más me fui. Supe por qué lo dijo, por la forma tan antipática en que respondí, si algo aprendí todos esos años, fue a no tener esperanzas en nada. 

La esperanza es lo que utilizan los débiles para aferrarse a alguien o algo que no pasará. Las personas como nosotros, sólo se basan en los hechos, en situaciones reales, no en simples sueños. 

Me fui directo a la sala de inteligencia, todos me miraron cuando entré a la habitación. Tomé una de las computadoras y rastreé toda la información que encontré de Andrés León, pero también de alguien más, Mariano Andrés Lerma Osuna y esta vez leería entre líneas.

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora