XLII

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Buscamos a los guardaespaldas de Andrés por toda la casa, pero no los encontramos.

¿A caso existía otro escondite del que no supiéramos?

Decidí ir con las dos personas que posiblemente me pudieran dar respuestas. Las dos personas que intentaron hacerme daño esta noche y mis perseguidores en los túneles, quienes estaban encerrados y atados en mi habitación.

Subí, los Harris lo hicieron conmigo. Abrí la puerta y ahí estaban, lucían confundidos, no esperaban estar en una situación así.

Sinceramente, lo más fácil hubiera sido huir y dejar todo atrás, pero si lo hacía, probablemente me emboscarían de camino y no podía permitirlo. Necesitaba dejar todo resuelto en esa casa.

—Tengo algunas preguntas que quiero que respondan—les dije demandante.

Ellos me miraron fijamente.

Nina, Adam, Eitan y Nicholas les apuntaban con sus armas respectivamente.

— ¿Qué es lo que quieres saber? — preguntó el hombre de cabello castaño y ojos verdes, el cual se llamaba Pedro.

— ¿Dónde están sus compañeros?

El otro bufó y soltó una pequeña risa

Eitan se acercó y le puso el arma justo en la sien.

—Habla—le ordenó el mayor de los hermanos Harris.

—Como descubriste nuestro protocolo de seguridad, el escorpión, lo cambió antes de irse. Recibimos otro tipo de instrucciones, por si llegabas a mostrar rebeldía.

— ¿Cuál es ese protocolo?

—No podemos decírtelo

Eitan le quitó el seguro y colocó su dedo en el gatillo, haciendo un movimiento lento, para crear tensión y hacer que hablara.

—Nosotros somos el cebo, la distracción.

Miré sus reacciones. Lo supe no mentían.

En mi mente comencé a acomodar las piezas del rompecabezas.

— ¿Para qué? —preguntó Nina.

—Para atraparme en el momento menos esperado

Asintió

Todo era una simple escena de una obra perfectamente calculada. Andrés nunca se fue, estaba esperando el momento justo para aparecer. Él sabía que si se iba, yo haría algo para intentar irme.

Lo sabía, porque éramos iguales.

—Tenemos ordenes de matar a cualquiera, menos a ti. El escorpión te quiere viva, para matarte él en persona.

— ¿Por qué? —preguntó Nicholas

—Le dio su confianza y lo traicionó

—Mira quién habla, sobre traición— lo miré fijamente y arqueé una ceja.

Sabía a lo que me refería

—No sé de qué estás hablando

—Ustedes no traicionaron a su jefe cuando decidieron cambiarse con el escorpión.

—Sigo sin entender.

—Hace unos meses, unos tipos me siguieron por los túneles del metro de la estación Cuauhtémoc y esos tipos eran ustedes, estoy segura. El jefe de la persona a la que le robé esa SD, no era Andrés. ¿Qué hacían siguiéndome en el metro aquel día? —me acerqué y lo apunté —quiero la verdad.

Necesitaba saber si mis sospechas eran ciertas.

—Siempre hemos trabajado para el escorpión.

—Él nos mandó a seguirte. Te hemos seguido desde hace casi un año.

¿Por qué no me di cuenta?

Siempre estuvo un paso adelante de mí

—Supo de tu existencia cuando comenzó a investigar a Amir. Seguimos cada uno de tus movimientos. Buscó una manera para acercarse, te quería con él a como diera lugar y lo consiguió.

—Yo no estoy con él.

—Pero lo harás, todos terminan aceptando. Es como firmar un pacto con el demonio. Nunca puedes rechazarlo.

—Eso está por verse. 

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora