XXI

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Estaba en la que era mi recamara, tenía todo el suelo lleno de hojas en donde venía información de Andrés León y Mariano Lerma. Trataba de encontrar alguna conexión entre ellos y el mundo oculto de la mafia.

¿Por qué nadie lo había notado?

¿Llevaran una doble vida o será que estaba tan bien posicionado dentro del poder que era intocable?

Llevaba todo el día sin salir de la habitación. No había comido. Lo único que quería en ese instante era encontrar respuestas a todas las interrogantes que tenía en mi mente.

Estaba tan concentrada que no escuché cuando tocaron a mi puerta y menos me pude percatar cuando entró Martha.

—Sí que estas ocupada.

Me sorprendí al verla

— ¿Qué haces aquí Martha? —arqueé una ceja —No te escuché al entrar

—De eso me di cuenta— sonrió de manera burlona.

— ¿Qué te trae a mi habitación, Martha? — le pregunté sin mirarla a los ojos. Seguía leyendo las hojas que había en el piso.

—Me di cuenta de que no bajaste a comer, creí que no estabas, pero me dijo Marcus que estabas aquí en tu cuarto.

—Estoy con un asunto importante y llevo aquí toda la tarde.

—Pero no has comido

—Ni falta que me hace, no tengo hambre.

—Baja a comer

—No puedo Martha, tengo que encontrar algo importante en estas hojas— Entonces fue cuando lo vi. En las hojas había una fotografía, tal vez insignificante para algunos, pero muy importante para mí. Era de hace 20 años, en ella, al fondo, salían Mariano Lerma y Amir, casi no se veían pero sabía distinguirlo muy bien entre las personas que en ella aparecía. Era como en una especie de comida. Seguida de esa foto encontré otra del día de la muerte de Mariano, en el entierro pude ver a Amir nuevamente escondido entre las personas, también en ella estaba Genaro Silva. Las piezas de este rompecabezas ya comienzan a encajar.

Martha seguía parada en la puerta de mi recámara.

—No te vas a ir hasta que baje contigo, ¿verdad?

—Me conoces bien.

—Está bien, bajaré contigo.

Junté todas las hojas, las guardé en una carpeta y las coloqué sobre mi cama. Bajé junto con Martha, ahora entendía porque tanto interés en Andrés, no era porque fuera policía, sino, porque él estaba a cargo del negocio de su abuelo, lo quería en el equipo para asociarse, o tal vez eliminarlo. La ambición de Amir no tenía límites y sabía de lo que era capaz de hacer sólo por tener poder.

Martha hablaba, pero no le presté atención alguna.

— ¿No lo crees? — me preguntó, sabía que no le estaba poniendo atención, por eso lo hizo

—Me voy mañana de regreso para Mazatlán— dije sin expresión alguna.

—Prácticamente vas llegando

—No hay tiempo que perder, tengo que regresar a terminar con mi misión.

Tenía que regresar a finalizar la misión, pero sobre todo a encontrar las respuestas que me hacían falta.

— ¿Ya le notificaste a Amir que mañana te vas?

—No hay necesidad, si le digo me preguntará por qué he tardado tanto en regresar.

—Sí, pero...— fuimos interrumpidas por el tono de llamada de mi teléfono celular. Al ver el número de procedencia pude ver de quien era, Andrés.

¿Por qué diablos me marcaba?

—Guarda silencio, por favor, Martha

Contesté el teléfono

—Hola, Andrés—soné de la manera más amable posible

—Hola Dabria, ¿cómo estás?

—Bien, ¿cómo has estado?

—Extrañándote—rodeé los ojos — ¿sigues en Durango?— me quedé callada, pensando qué responder.

—Sí, aquí sigo, pero ya me voy mañana— mentí.

—Es una lástima, porque voy a estar en Durango mañana y quisiera salir contigo.

—Creo que puedo quedarme un día más. Así puedo mostrarte la ciudad. — la ventaja de esa mentira era que conocía bien la ciudad.

— ¿Te quedarás en algún hotel?

—No lo creo, sólo estaré de pasada

—Perfecto, yo me estoy quedando en el hotel Roma—fingí una sonrisa

—Creí que estabas con tu tía

—Sí vine por mi tía, pero no me quedo en su casa, ya sabes los dramas familiares y prefiero alejarme de ellos.

—Perfecto, entonces llegaré a buscarte al hotel, te llamo cuando llegue.

—Perfecto, adiós Andrés— colgué

— ¿Qué fue todo eso?

—Mi razón para adelantar mi regreso con una pequeña escala.

—No, me refiero a la manera en cómo te comportaste

— ¿De qué hablas Martha?

—Parecías una adolescente hablando con ese chico—me miró fijamente —¿quién es?

Me quedé callada

—Es mi misión en Mazatlán, pero por alguna maldita razón estará en Durango, creo que sospecha algo.

—Por la forma en cómo hablabas con él, creería que son algo más

—Claro que no, Martha y no digas esas cosas. Si te escucha Amir sabes cómo se pondría. Él sólo es mi misión y punto final.

Martha daría lo que fuese a cambio de que fuera feliz, pero nuestro mundo no es posible. Y menos podría mantener una relación con Andrés, el menos que cualquier otra persona.

—Bien Martha, creo que es hora de avisarle a Marcus.

Como por arte de magia Marcus se cruzó en mi camino

—Marcus, me alegra verte.

— ¿Sucede algo? —me miró extrañado

—Nos vamos a Mazatlán en 15 minutos, pero antes haremos una escala en Durango.

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora