XXXVI

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— ¿De qué quieres hablar, Eitan?

—Nina ha sufrido mucho, te pediré que seas amable con ella

—No prometo nada, pero simplemente no puedo ser buena con nadie. No está en mi naturaleza.

—Es tu madre.

—El hecho de que me haya parido no la hace mi madre—lo miré fijamente

—Ella no tiene la culpa de lo que pasó o de lo que viviste. No tienes la más mínima idea de todo lo que sufrió estos veinte años.

—Como te dije cuando hablamos por primera vez, hace meses, y hace unos instantes, no está en mi naturaleza ser buena. No fui educada para ser buena.

—Me debes por lo menos ser amable con ella. Te he estado ayudando, mi plan ha estado saliendo mejor de lo planeado.

Sí, conocía a Eitan Harris. Aproximadamente unos ocho meses atrás me contactó. Primero me hizo creer que quería una asociación a la empresa de Amir. No tardé en descubrir la verdad, pero esa era la primera vez que lo veía en persona. Siempre fueron llamadas. Me ayudó a idear un plan para librarme de Amir y el hacer que creyera que necesitaba a Andrés, fue el comienzo de él. Todo fluyó como se planeó y en ese momento estaba por terminar, pero necesitaba seguir fingiendo que desconocía mi verdadera identidad, cuando en realidad, la conocía bastante bien.

—Lo intentaré.

Salí sin decir más.

Me fui con rumbo a la habitación que Andrés me había asignado. Con rumbo a ella, Nina me interceptó

Me sonrió, intenté devolverle la sonrisa, pero no pude.

Dicen que los hijos le tienen cariño a sus padres, dice una frase famosa, que la sangre llama. Sinceramente, no sentí nada por ella en ese momento, para era una desconocida, pero que estaba dispuesta a ayudarme sin siquiera dudarlo. Eso era amor de madre, cosa que comprendí después.

— ¿Puedo hablar contigo, Victoria?

Reí. Ella me miró extraña, ante mi reacción

—Lo siento, es que nunca me llaman así. Vamos a mi habitación. Es una zona segura.

— ¿Segura? —arqueó una ceja

Asentí y caminé. Ella lo hizo junto conmigo

—Eliminé las cámaras. ¿No habrás creído que no me vigilaban?

— ¿Tan peligrosa te creen?

Llegamos a mi recamara.

—Lo soy. Amir no crió una hija, creó una asesina—tomé la perilla y abrí la puerta—Pasa, Nina.

Entramos y cerré la puerta con seguro.

Ella se sentó sobre mi cama.

— ¿Sobre qué quieres hablar?

—Sé que no tuvimos un buen comienzo. Pero quiero que sepas que todos en la familia te apoyamos en tu decisión, en lo que quieras hacer y con el plan. Me alegra saber que Amir está muerto, es lo que debería de haber pasado hace años. Me arrepiento de haberle salvado la vida más de una vez en las misiones.

—Tú se la salvaste y yo se la quité. El universo está en equilibrio otra vez.

Ella rió

Nina también sabía del plan, en realidad, todos sabían de ello, cada uno tenía una función diferente en él. A todos los estaba utilizando a mi beneficio, yo era quien movía las piezas del juego, y no estaba dispuesta a perder.

—Tienes el mismo sentido del humor que Eitan.

— ¿Hay otra cosa de la que quieras hablar?

Negó con la cabeza.

—Será mejor que me vaya a descansar.

Ella se levantó de la cama. Caminó hasta la puerta, se detuvo, pensó un par de segundos lo que me dijo.

Se giró y me miró fijamente

— ¿Te puedo dar por lo menos un abrazo?

La miré sin expresión

—Necesito, por lo menos sentir que abrazo a mi pequeña una última vez.

Lo pensé unos segundos. Asentí. Ella se acercó y me abrazó.

Pude sentir el calor de una madre.

Fue diferente al que sentía cuando Martha lo hacía.

Era lo que añoraba de niña, cuando miraba esa fotografía en el escritorio de Amir.

Entonces, lo supe.

Estaba en problemas, porque, como buena niña malcriada, quería lo que se supone no debería. 

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora