XLI

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Necesitaba saber por qué estaban estos dos hombres aquel día en los túneles del metro en Monterrey.

¿Trabajaban para alguien más y Andrés lo trajo con él?

¿Eran espías de alguien más?

¿Ó simplemente Andrés sabía de mi existencia desde hacía mucho tiempo y me vigilaba?

Eso lo averiguaría pronto, pero primero precisaba aniquilar a mis verdugos restantes.

Bajamos sigilosamente las escaleras, buscándolos.

En el primer nivel se nos unieron Adam, Eitan y Nicholas, quienes también portaban armas cada uno.

— ¿Estás bien? —me preguntó Adam al acercarse a mí y tomar mi brazo.

—Sí. Se necesitara más de un ejército para hacerme algo.

Me gustó que se preocuparan por mí. En las misiones yo era quien estaba al pendiente de los demás, arreglando los platos rotos.

Sonreí sólo para mí.

Seguimos caminando.

— ¿Dónde podrán estar? —preguntó Nicholas.

—En el cuarto escondido—dijimos Eitan y yo al mismo tiempo.

—Ustedes dos se parecen bastante.

—Heredó mi inteligencia—expresó con arrogancia.

— ¿Dónde está ese cuarto? —lanzó Nina al aire.

—Esta casa tiene un sótano secreto. Ahí hay varios cuartos, incluidos uno de pánico, el de las maquinas, que es dónde interfirieron ustedes para cortar la electricidad y al fondo del pasillo, detrás de la falsa pared, está ese cuarto. Ahí guarda las armas Andrés y sirve como escondite para cuando grupos rivales entran.

— ¿Creen que están ahí? —preguntó Adam.

—Estoy bastante segura. Estas personas siguen al pie de la letra las instrucciones de Andrés y una de ellas es entrar a ese cuarto cuando pasan este tipo de cosas.

—Entonces nos estarán esperando.

—Así es. Intentaran eliminarlos.

—Eliminarnos querrás decir.

—No. Eliminarlos, porque Andrés me quiere viva y ellos tendrán que obedecerlo. Pero no se preocupen Eitan y yo tenemos un plan.

— ¿Cuál es?

—Eitan me disparará y fingiré estar muerta, como ellos me tienen que mantener con vida y no tienen el equipo necesario para hacerlo aquí, tendrán que trasladarme a otro lugar, ahí los atacaré y ustedes me recogerán llevándome a mi destino final.

—No me aparece buena idea, Dabria—intervino Nina.

—A mi tampoco—comentó Adam— ¿Qué pasa si Eitan falla y te daña de gravedad?

—Eso no pasará, saben que soy muy bueno con las armas.

—La mejor en esto es Nina, y lo sabes—le respondió Adam

—Sí, pero ella no podrá dispararle a su propia hija.

—Estamos perdiendo tiempo discutiendo esto. Eitan lo hará y estaré bien. Le dije donde tenía hacerlo exactamente para que yo esté bien. Además las balas que usará para ese momento son de salva. Estaré bien, Nina.

Ella asintió

Bajamos hasta el sótano secreto, caminamos hasta el cuarto, donde se suponían estarían mis verdugos, pero mi sorpresa fue tal al no encontrarlos ahí.

¡Maldición!

Pero el que los buscara, sólo hacia el juego más interesante. 

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora