XIV

30 2 0
                                    


Pasar la seguridad del aeropuerto fue extremadamente sencillo. No era nada nuevo pasar sin ser descubierta, mi primer vuelo fue hacia el Distrito Federal, de ahí tomé un vuelo directo hacia Argentina. Fueron poco más de 10 horas de vuelo.

Tocamos tierra, bajé y fui por mi maleta. En la entrada estaba Marcus esperándome. Al verlo me acerqué.

— ¿Qué bueno que llegaste, Ángel?

— ¿Cómo está la situación?

—Peor de lo que crees

Me quedé callada.

—Tendremos que solucionar esto.

—Esa es la chica que conozco

Nos fuimos con rumbo a la bodega, estuve ahí el año pasado, pero los chicos habían cambiado de dirección, no era la misma que recordaba.

— ¿Por qué cambiaron de dirección, Marcus?

Él conducía hacia el nuevo departamento mientras preguntaba cuál era la situación.

—Las personas de alrededor comenzaron a sospechar, así que buscamos otro lugar.

— ¿En uno de los mejores barrios de Buenos Aires? —la nueva ubicación era en una de las mejores zonas de la ciudad.

—Es sencillo, tenemos mucho equipo que es muy delicado y no podemos darnos el lujo de perderlo, así que nos mudamos a un mejor lugar en el cual no hubiera sospechas.

—Por lo menos el equipo está bien, aunque hayamos perdido a unos cuantos, ¿Cuál es la situación?

—No puedo decirte nada aún. Cuando lleguemos le preguntas al equipo cuál es la situación.

Dio vuelta a la derecha, entramos al estacionamiento subterráneo de un gran edificio, bajé mi maleta de la camioneta.

—Sube hasta el número 704. Ahí están los demás.

Tomé la maleta, subí por el elevador hasta el séptimo piso. Salí, caminé hasta la puerta, abrí. Sólo escuchaba murmullos y por lo que alcancé a ver estaban jugando cartas. Entré, al verme atravesar la puerta todas las miradas fueron hacia un punto, yo.

—Está aquí— expresó uno de ellos. Era un chico de mediana estatura cabello oscuro y ojos verdes.

—Sí, estoy aquí— dejé la maleta a un lado de la entrada — quiero que me digan ¿cuál es la situación?

Todos se miraron entre sí.

—Tan mal está.

—Ya hemos perdido a tres de los cinco integrantes que tenemos dentro del equipo de Genaro.

—No me vengan con la historia de que no pueden con esto, porque ya perdieron a tres. En otras misiones hemos perdido a más integrantes y todo ha salido muy bien. ¿Saben lo que yo tuve que hacer para estar aquí hoy? —me acerqué más a ellos— Tuve que dejar inconclusa mi misión, ¿por qué? Porque ustedes no pueden concluir con suya. Yo estaba en medio de algo importante y ustedes tienen que arruinarlo.

Entró Marcus.

—Ya era hora de que alguien los pusiera en su lugar.

Lo miré sin expresión.

—Ya no diré nada.

—Este fin de semana tendremos que lograr más de lo que llevan en meses, ¿están de acuerdo?

—Sí, Ángel— dijeron en unísono.

— ¿Cuál es el plan que tienen?

Ya sabía cuál era el plan, Amir me había mandado unas cuantas indicaciones, pero quería que ellos me lo dijeran.

Genaro cenará mañana en Café de Los Angelitos, con uno de sus mayores socios. Lo que sabemos es que ahí él le dará algo. Siempre usa lugares públicos para intercambiar información importante, no le gusta hacerlo en privado, dice que hay mayor riesgo en privado.

Asentí

—Ahora, escúchenme, esto es lo que tenemos que hacer.

Todos guardaron silencio y me miraron fijamente.

Peligrosa BellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora