Antes de que Oh SeHun aprendiera a leer, aprendió a armar rompecabezas. No tenía paciencia para quedarse en silencio mientras escuchaba una clase o para jugar con otros niños, pero los rompecabezas absorbían toda su atención durante horas.
Su padre creyó que podría sacarle algún provecho a esa afición cuando se dio cuenta de que SeHun podía armar hasta las imágenes más complejas hechas de pequeñas piezas, desde rosas cromáticas hasta paisajes hiperrealistas.
Creyó que de esa forma podía construirlo como un disciplinado seguidor, que podría seguir las normas y obedecer para que todo siempre permaneciera en su lugar; quiso inculcarle lo terrible y destructivo que podrían ser el desorden y el descuido, mas SeHun encontró cierto consuelo en la fascinante belleza del caos.
Sus padres no eran personas cariñosas, su madre solo dio a luz a un heredero y su padre solo deseaba hacer de él una marioneta, simples proyecciones de sus sueños frustrados.
Cada tarde, SeHun debía armar un rompecabezas diferente. Comenzó con los pequeños, de doce piezas cuando aún estaba experimentando y de forma paulatina aumentaron la cantidad de piezas hasta que apenas le tomara un par de horas ordenar perfectamente una imagen fragmentada en quinientas piezas.
Su padre, con cierto orgullo perturbado en la mirada, aumentó el nivel de dificultad y cuando SeHun cumplió los doce años, lo sentó frente a una mesa cubierta por pequeñas piezas de color negro.
En silencio, SeHun contempló la imagen sin comprenderla, ¿cuál era el inicio y cuál era el final?, ¿dónde debían estar arriba y abajo?
Al día siguiente, fue una pintura blanca y antes de que se diera cuenta, SeHun estaba organizando perfectamente piezas de plástico transparente endurecido.
Fue entonces cuando comprendió que su padre no solo lo quería como marioneta, también esperaba que SeHun fuera capaz de organizar perfectamente el mundo a su alrededor, pero bajo sus directrices.
Su padre, que nunca lo miró más que a las imágenes armadas por sus pequeñas e inquietas manos, nunca se dio cuenta de cuánto SeHun odiaba ese pseudo orden, por lo que tampoco vio que a cada rompecabezas le faltaba una pieza.
Enfadado porque su padre no reaccionaba a la perdida, SeHun quitó la pieza del medio de la rosa cromática y dos del rompecabezas negro, fingió que eran defectos de fábrica y disfrutó del enojo pintado en las facciones de su progenitor.
Una vez, en particular, su padre hizo que la empleada revisara cada rincón de la habitación en que lo confinaba sin hallar la pieza faltante.
Un recuerdo conmovedor, pensaría SeHun en su adultez.
Las piezas de los rompecabezas nunca desaparecieron realmente ni fueron defectos de fábrica, eran simples espacios en blanco que no podían ser llenados, porque nada en el mundo podía estar tan perfectamente ordenado como su padre deseaba.
Eventualmente su padre comprendió que SeHun era como esos rompecabezas incompletos, roto y defectuoso. Los intentos y fallos por tener otro heredero le provocaron cierta aversión hacia su único hijo y entonces todo se fue al demonio para la familia Oh.
Contemplando a Dong SiCheng totalmente erguido y seguro de sus palabras, se preguntó dónde estaba realmente su desorden.
Contemplando a YiXing que veía al menor impactado, encontró un pequeño atisbo de su padre en su mirada.
La belleza del desorden y el caos.
SiCheng era apenas un niño volviéndose hombre, pero comprendía perfectamente cómo podía utilizar la energía que liberaba el caos de las piezas faltantes y que ellos aún escondían en sus bolsillos rotos.
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Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]
FanfictionRecuerda que estoy vivo ~ Ser hermano de SiCheng se sentía como estar muerto, frío y distante. Ser hermano de Kun era someterse a la agonía perpetua. Aferrarse el uno al otro era lo único que los mantenía vivos. La relación de los hermanos Qian es...