Lee TaeYong tenía dedos largos y elegantes, finos como los dedos de una delicada mujer. Las segundas manos más bonitas que Kun conocía y ese fue el superficial determinante de su amistad. A Kun le gustaban las cosas bonitas y suaves, tal vez porque la vida en sí era lo bastante desagradable como para aferrarse a esos escasos vestigios de belleza olvidada.
Sus clases se reducían a observar en silencio el movimiento de los dedos de TaeYong al sostener un lápiz y dibujar trazos desiguales con su apresurada caligrafía.
Las manos de TaeYong le recordaban algo, memorias borrosas de algo que había perdido y, posiblemente, nunca tendría de vuelta.
Los apuntes en las hojas de su propio cuaderno se dibujaban de un blanco impoluto que no se diferenciaba del blanco papel. Ese día, en especial, no estaba poniendo atención a sus clases, por lo que no tomaba apuntes y su cerebro apenas procesaba algo más que las sombras jugando con las falanges huesudas de su compañero.
El seminario sobre economistas extranjeros tomando poder en el territorio coreano era algo que lo tenía sin cuidado, no le importaba demasiado lo que el exponente decía ni lo que debía recordar en su próximo examen, tal vez debía dejar de acosar las manos de TaeYong tan desvergonzadamente y concentrarse en el seminarista.
—¿Vendrás esta tarde?
Negó sacudiendo la cabeza, sin verse sorprendido por las palabras de Johnny, que se veía tan interesado en la exposición como él.
—¿Tal vez mañana? —susurró a sabiendas de que ese ofrecimiento alteraba los planes de sus compañeros. Tenían que avanzar un proyecto sobre tratados de comercio y acabar tan pronto como fuera posible para sentirse libres, pero no podía solo tomar decisiones cuando las consecuencias nunca eran agradables.
TaeYong se encogió de hombros, él no se preocupaba por esas cosas, era libre todo el tiempo que estaba fuera de clases, podía hacer lo que quisiera sin tener que preocuparse por nada más, incluso sin tener que comentárselo a sus padres.
Johnny, a diferencia de TaeYong, que aún vivía con sus padres, compartía un pequeño departamento con un muchacho llamado Mark, demasiado joven para ser oficialmente su pareja, no lo suficiente para acallar los rumores. Y eso era incluso más sorprendente que la libertad permitida por los señores Lee.
En su mundo, las relaciones homosexuales eran el pecado más bajo, el peor estigma, la carta al ostracismo y el único error que no podía cometer. Y Johnny, con su personalidad occidental y la envidiable libertad concedida por la distancia con su familia, le mostraba que había cosas incluso peores que las consecuencias de una relación ilícita con un hombre.
Kun intentaba no ponerle demasiada atención, para no acabar con la diatriba que pondría fin a su corta, pero significativa, amistad.
Ignorando las manos de TaeYong y las palabras que este pronunció, salió del salón y caminó tan rápido como sus piernas le permitieron hasta el casino central de la universidad, que estaba en el campus vecino, con sus dos amigos siguiéndolo de cerca. TaeYong solía ser quien los arrastraba hasta ese lugar, sin dar alguna explicación en particular más que sus alabanzas sin fin a su comida, el segundo amor de su vida, nadie sabía cuál era el primero.
Johnny se despidió de ellos luego de comprar un par de cosas, las que llevaría para almorzar con Mark en su departamento, mientras él y TaeYong aún hacían la fila para comprar sus almuerzos.
Encontró a SiCheng en su asiento habitual, sonriendo abiertamente en compañía de su amigo Jung JaeHyun.
Tomó una bandeja y puso un par de cosas sobre ella, una lata de refresco, un sándwich, una bolsa de frituras y dos bombillas. Cuando estuvo en su asiento, acompañado únicamente de TaeYong, SiCheng y su amigo, movió sus manos con destreza y abrió la lata del menor, le puso una bombilla, quitó un par de tomates reservados al borde de su ensalada y los metió en su sándwich justo después de que SiCheng lo cubriera con salsa e intercambiara la bolsa de frituras por una de galletas de agua.
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Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]
FanfictionRecuerda que estoy vivo ~ Ser hermano de SiCheng se sentía como estar muerto, frío y distante. Ser hermano de Kun era someterse a la agonía perpetua. Aferrarse el uno al otro era lo único que los mantenía vivos. La relación de los hermanos Qian es...