32.- INVIERNO EN EL CORAZÓN [1/2]

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«Siento el frío herir mi rostro como esquirlas de hielo cortando la piel, el invierno nos cae encima en forma de copos, descascarándose en pétalos blancos que se desvanecen por el calor. Blanco contra blanco, su piel y la del cielo, que cae a pedazos sobre nuestros cuerpos; inmaculado en espíritu, roto en esencia.

Llueve y llora contra la piel que tiembla y se eriza, soy yo un castigo que cae sobre él y lo envuelve.

El cielo azul, la nieve blanca, su piel nívea y sus labios gélidos, temblorosos congelándose. Azul, profundo como el mar y oscuro como la inmensidad. Triste, como el color, como todos los miedos ocultos en su mirada; azul como el dolor, como el frío y la nieve en sus labios.

Sobre su piel lluevo y como lágrimas frías me deslizo, ¿soy yo su único castigo?»

«La gente se pone azul cuando tiene mucho frío».

TaeYong se estremeció ante el recuerdo y las palabras que acababa de leer. Tal vez el azul significaba algo que él no podía comprender del todo.

«Mi posesión más preciada.

Una flor de plástico hecha de fantasías e ilusiones, una mentira sobre una endeble mesa de cristal en una habitación deshabitada.»

«¿Es el amor un juego de dioses o es que la vida solo disfruta de las crueles ironías?»

«Si el mundo se acabara hoy, su mano sostendría la mía y yo sostendría su corazón.»

—Debíamos imaginar cómo acabaría el mundo —explicó JaeHyun releyendo las últimas palabras que TaeYong susurró—, yo hice comparaciones sobre ciencia, política y metafísica; SiCheng apenas escribió eso y sacamos la misma calificación.

Sostuvo entre sus manos las hojas perfectamente estiradas con caracteres coreanos plasmados de forma temblorosa, ¿qué había ganado JaeHyun guardando todas esas cosas? ¿Con qué intenciones SiCheng le pidió que lo hiciera? Eran apenas notas, la gran mayoría no tenía sentido, no eran más que lluvias de ideas bajo premisas determinadas. No podía calificar el talento literario de SiCheng, pero comprendía por qué JaeHyun había estado tan distante y angustiado la última vez que se vieron.

«¿Por cuánto vendí tu corazón?

Una vez sostuve tu amor entre mis manos y su calor cubrió mi cuerpo. El frío y la desidia fueron consumidos por él y yo comencé a ser una persona. Una persona que no fui antes, una que no existió y ni siguiera era persona, solo un cobarde insensible que acabó apoderándose de todo lo que entregaste. Ahora, ese amor que tan cariñosamente acunó mi corazón, es la moneda de cambio con la que compro unos gramos de esperanza. ¿Por cuánto vendí tu corazón si hoy esa esperanza yace muerta ante nuestros pies?»

—¿Sabes a qué se refería con esto? —preguntó sacudiendo la última hoja, queriendo comprender el significado de aquellas palabras.

JaeHyun se encogió de hombros, viéndose cansado y triste.

—Tengo más, ¿sabes? Es como si SiCheng hubiese querido decirme todo esto —dijo apuntando una hoja con el título «El niño de los astros»— y yo no lo entendí. Leí todas sus palabras, incluso las recité y no comprendí lo que él me quería decir.

—JaeHyun–

—Pero ahora lo entiendo, creo. —El menor le dedicó una mueca triste—. ¿Dónde crees que estén?

Tan sincero como pudo responder, TaeYong solo se encogió de hombros y negó con la cabeza. No tenía la más remota idea. Se había comunicado con Oh SeHun y este solo tenía migajas. Kun estuvo en un sitio al que ellos llegaron tarde, siempre tarde, y temía que el resto no podía significar algo bueno.

Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora