A Kun siempre le aterró observar el cielo y contemplar su tenebrosa inmensidad. La idea de que su madre estaba en algún lugar de él mirándolo empeoraba todo, temía que ella realmente lo viera y se avergonzara de él, así que cerraba los ojos y se volteaba, le daba la espalda para que ella no se fijara en el hijo penoso por el que se sacrificó.
Pero en ese momento solo podía ver la oscuridad profunda del espacio, las lejanas estrellas titilando y moviéndose de forma violenta, con su cuerpo flotando entre ellas, tan lejano en el cielo.
Sus extremidades se agitaban livianas en el espacio, como polvo de estrellas buscando un camino. Y se sentía tan bien, el dolor adormecido y olvidado en suelo firme, la vida real en el mundo real, donde todo era sufrimiento.
Las drogas, Kun estaba seguro de que eran las drogas, porque por mucho que deseara adormecer su mente, era imposible. Su cuerpo podía sentir cosas que su mente no procesaba correctamente, se engañaba a sí mismo creyendo que había conseguido algo, creyendo que el peso de sus hombros había desaparecido dejándolo libre en el aire, pero no era tan tonto como para creer que tenía un escape.
En el fondo de su mente, ahí donde su consciencia se esforzaba por imponerse a las drogas, una sensación de pánico estaba germinando para pugnar contra el sentido de libertad que sostenían sus brazos lánguidos.
Podía dejarse llevar, podía sumergirse profundamente en esa fantasía cósmica hasta perderse por completo en ella y volverse loco; llevaba horas, probablemente días, intentando sin conseguirlo.
Abrió los ojos con pesadez y volvió a cerrarlos tan pronto el párpado superior derecho se resistió al esfuerzo, guardando una risa grave en su pecho; eso podía ser efecto tanto de los analgésicos como del dolor que sentía en segundo plano.
Escuchó susurros lejanos, los sonidos de un mundo vivo distorsionados por sus sentidos embotados y no lamentó el estar tan lejos, ¿cuánto más lejos podía llegar antes de morir? ¿Cuánto más podía flotar en el espacio de la ignorancia?
Sus pensamientos iban de un sitio a otro, desde los peces que flotaban en forma de alfas junto a él, hasta las caricias ásperas de las sábanas contra su piel expuesta y los tirones de los puntos. Las gotas cayendo en picada en el gotero, el líquido frío ingresando en sus venas tibias, las cintas adhesivas jalando el vello de su brazo, su mano inmovilizada y las húmedas caricias de las ataduras en sus muñecas.
Nuevamente abrió los ojos, pero esta vez forzándose a mantenerlos de esa manera, y levantó los brazos, llevándose con su mano derecha el peso de algo que no eran las correas que lo ataban a la camilla.
En el espacio oscuro salpicado de puntos lejanos y brillantes, las estrellas tomaron la forma de lo que debía ser el ángel más bonito que debía existir en el cielo y cuya mirada apenada se fijó en él cuando volvió a sentir los tibios labios besar sus muñecas.
—Verte atado —alcanzó a oír entre los murmullos que se confundían con sus propios pensamientos dispersos y una imagen de muñecas cicatrizadas espantó al cardumen de peces que nadaban en su espacio.
—¿SiCheng? —consiguió decir antes de chasquear la lengua, que se le pegaba al paladar.
Le tomó unos minutos enfocar correctamente la mirada y despertar del letargo, pero pudo reunir lo poco que quedaba de su consciencia para fijarse en SiCheng, que lo miraba con los ojos brillantes y se esforzaba por sonreír.
—Dijeron que intentaste quitarte la vida—. Kun se encogió sobre sí mismo cuando los dedos suaves del menor acariciaron las zonas que aún ardían en su rostro y quiso sostenerse en él, pero este en seguida se alejó—. ¿Realmente quisiste hacerlo? Porque yo mismo podría matarte si es lo que deseas.
![](https://img.wattpad.com/cover/157475259-288-k409937.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]
FanfictionRecuerda que estoy vivo ~ Ser hermano de SiCheng se sentía como estar muerto, frío y distante. Ser hermano de Kun era someterse a la agonía perpetua. Aferrarse el uno al otro era lo único que los mantenía vivos. La relación de los hermanos Qian es...