39.- INFIERNO EN EL CORAZÓN

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Park JiSung no se había atrevido a pisar el suelo de un hospital desde que su madre enfermó. Incluso cuando tuvo accidentes mientras entrenaba o cuando estuvo enfermo, siempre encontró la forma de sanar en casa, en el orfanato o en el dormitorio de la compañía.

Los pasillos fríos y las paredes estériles de los hospitales le provocaban comezón y la idea de volver a vivir lo mismo hacía que todo el vello de su cuerpo se erizara. Los recintos hospitalarios, desde los austeros consultorios alternativos hasta las más sofisticadas clínicas privadas tenían el mismo efecto de pavor en él; sin embargo, ahí estaba, temblando y con una capa de sudor frío envolviendo su cuerpo.

No sabía cómo —lo cierto era que no importaba el cómo, el por qué ni el cuándo—, pero Mark consiguió enviarle un mensaje a través de uno de los trabajadores de la compañía diciendo que debía comunicarse con él o cualquiera de sus amigos fuera de la SM. RenJun, que fue el único que se molestó en responder a sus llamadas, le dijo que algo había ocurrido con Qian Kun sin entrar en detalles, pero insistiendo en que este necesitaba a todos sus amigos cerca.

JiSung no era realmente cercano a Qian Kun y no podía decir que su relación con ChenLe lo volvía alguien indispensable en la vida de ninguno de los dos, pero el fracaso de sus relaciones no podía mantenerlo alejado si había una pequeña posibilidad de que su presencia ayudara a hacer un poco más llevadera toda esa situación.

Y no podía negar que, después de su último encuentro con ChenLe, aún sentía que había cosas por decir entre ambos.

En su mente todavía resonaban las palabras con que se habían herido, los dos con distintas intenciones, y tenía la esperanza de que aún pudieran salvar algo de su amistad.

Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, escapando de su práctica vespertina y ocultándose de las fanáticas que habían aparecido como margaritas afuera de la compañía, se las arregló para atravesar las puertas traseras del hospital que Mark había indicado y preguntar por Qian Kun.

A diferencia de la vez que acompañó y vio morir a su madre, ahora atravesaba pasillos relucientes con luces claras y aroma a jazmín.

Si su madre hubiera estado en un lugar así de sofisticado en lugar de un pobre hospital colapsado, hubiese sido más probable que ella sobreviviera, pero en ese entonces él solo era un niño y las finanzas de una mujer enferma y un infante hambriento no les permitieron conseguir algo mejor.

Soltó un suspiro tembloroso cuando llegó al piso indicado por la recepcionista y se dijo que no debía pensar en el pasado porque hacerlo solo seguiría atormentándolo y no serviría de nada cuando tuviera que darle apoyo moral a ChenLe. No debía desperdiciar energías rememorando cosas que ya no podía cambiar, ni en el futuro que no podía predecir porque estaba tirando a la basura todas sus esperanzas al haber escapado de las prácticas con el showcase a la vuelta de la esquina. Debía concentrarse en el presente, ese en el que tenía el corazón roto y la más estúpida de las esperanzas de que el culpable lo necesitara para reconfortarlo.

No quería que ChenLe sufriera, incluso si él debía arreglárselas para enfrentar al mundo desprotegido de su abrazo, incluso si tardó en darse cuenta de por qué le había dolido tanto la distancia con el chino, incluso si ahora tenía un nuevo sueño y estaba seguro de que ese nunca se cumpliría, debía estar para él.

La enfermera de turno le indicó la dirección a través del pabellón de urgencias y los recuerdos le sacudieron el corazón.

Él, siendo solo un niño, persiguiendo una camilla que nunca volvió. Si se concentraba lo suficiente, podía escuchar el agudo sonido de la línea de vida de su madre muerta, podía sentir las compresiones en su pecho y la vida filtrándose de su cuerpo enfermo.

Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora