Minnie 7 💙💞

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Los pasillos del instituto estaban completamente silenciosos esa tarde de febrero, después del festival que se había celebrado esa mañana ya casi todos se habían ido a casa después de recoger el desorden en sus aulas.

Los pocos que quedaban estaban en el patio terminando de levantar los pocos objetos que habían quedado en la zona, la chica pelirroja en el tercer piso del plantel veía sin emoción alguna a esos chicos que aún tenían una sonrisa en sus rostros.

Ella sabía perfectamente el porqué aunque fuera tarde se encontraban felices, había visto cómo conseguían pareja esa mañana y después de la respuesta afirmativa nada pudo borrarles esa sonrisa del rostro.

Suspiró llevándose las manos a los bolsillos de su saco mientras seguía observando, sus dedos rozaron el papel dentro de su bolsillo derecho, este había permanecido ahí desde media mañana que lo encontró en su casillero.

Sólo lo había leído una vez pero recordaba bien lo que decía, era por lo único que estaba en ese lugar y no en casa o perdiendo el tiempo en la calle, cada palabra estaba escrita a la perfección y en algunas palabras podía encontrar algún corazón.

Conocía bien a la chica que la había escrito pues habían compartido clases desde que tenían siete años cuando llegó a Corea, durante ocho años había recibido una carta en su casillero o en su banca cada catorce de febrero junto a una pequeña bolsa con chocolates dentro.

De hecho aún conservaba la de ese día en su maletín que estaba recargado de la pared en ese momento, sólo de pensar en ellos le daban ganas de comer uno pero no lo haría ahí arriesgándose a que la chica la atrapara disfrutando de algo que había recibido de su parte.

Cerró los ojos por unos segundos tomando aire profundamente, le ponía nerviosa que la otra la haya citado ahí y justo a esa hora sabiendo que ya casi no habría nadie, el papel color rosa ya estaba entre sus dedos siendo acariciado levemente aunque pronto se quedó solo de nuevo en el bolsillo.

Sus manos habían comenzado a sudar un poco por los nervios aunque al abrir los ojos su aspecto frío y desinteresado estaba ahí de nuevo, no quería que T/n se diera cuenta de lo que podía provocar en ella pues no sabía cómo iba a reaccionar.

Hacía cinco años que tenía una relación de amor odio con ella precisamente por sus estúpidas cartas, había pasado dos años creyendo que sus hermosas palabras sólo eran recibidas por ella y eso la convertía en una de las personas más felices del mundo.

Aunque claro un catorce de febrero descubrió amargamente que todos en su aula recibían una carta y algún dulce justo de la misma chica, jamás se había sentido tan tonta como en ese momento que se lamentaba por haberse encapsulado en su tonta ilusión de amor.

Y aunque la otra no tuviese la culpa del malentendido pagó las consecuencias ganándose su desprecio, era normal que alguien entrando recién a la adolescencia se comportara de tal forma con quien creía la había dañado.

El simple recuerdo le hacía sentirse molesta de nuevo como en aquel día que vio una carta parecida a la suya en manos de otra chica y después en la de todos sus compañeros, debió imaginarse que una chica tan bonita como T/n no se fijaría tan rápido en la chica nueva y más cuando llegaba de otro país.

Movió un poco la cabeza irritada por de nuevo sentirse de esa manera que tanto odiaba pues sólo esa tonta había logrado causarle ese sentimiento, en ese momento escuchó esas pisadas acercándose por el otro extremo del pasillo.

Tardó algunos segundos en mirar sabiendo que era ella, ese día la carta tenía algunas palabras abajo las cuales, aunque no lo quisiera, hacían que su corazón se agitara como si hubiese terminado de correr un maratón, se preguntó si sólo la había citado a ella o otros más.

One Shots-(G)I-DLE y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora