La Boda
Con el pastel recién acabado, solamente me faltaba vestirme.
-¿Cuando has conseguido esa ropa? -preguntó Hermione, que ayudaba a Ginny a levantarle el cierre del vestido.
Estábamos las tres en la habitación de la pelirroja, acabando de darnos los últimos retoques.
-Literalmente no he ido a casa este verano -contesté mientras pasaba la tela por mis piernas-. No he parado de hacer cosas, pero la ropa que tenía no daba para más. Un día me fui de compras, y no dudé en comprarme un par de caprichos para estas ocasiones.
-Ese diseño salió el otro día en la revista de moda -opinó Ginny con los ojitos brillantes-. Y no te queda para nada mal.
-En realidad es de una tienda muggle -aclaré-. Es un estilo que muy poca gente tiene, pero es extraño que justamente sea ese estilo el que se usa en los magos. Me cuesta encontrar ropa de mi agrado, pero lo bueno es que está barata.
Y en realidad no era nada del otro mundo. Un vestido negro que llegaba hasta la mitad de los muslos, escote de barca con tela con efecto a papel pinocho, y con un elástico en la barriga que hacía resaltar mi figura. Al final del escote, había enganchadas unas mangas de tul también del mismo color con patrones de mariposas que iban desde debajo del hombro hasta las muñecas.
Los zapatos, unas botas de tacón de ajuga que me quedaban divinos.
No era mucho, pero es que en realidad no hacía falta demasiado. Era un vestido juvenil que me quedaba de maravilla y ni siquiera los comentarios de Molly por mi falta de vergüenza por aquellas prendas iban a hacer que me lo quitara.
También me cambié de aspectó: volví mi pelo blanco y los ojos negros. No tenía porque esconderme, pero no quería causar más problemas al señor y a la señora Wealey. Por lo que no dudé en salpicarme la nariz y lo parte superior de las mejillas. Para que no se veiera demasiado falso, agregué unas cuantas en mis hombros. No hacía falta mucho más, en realidad: sabía que nadie que no me conociera demasiado me reconocería.
-Vas despampanante Lily -sonrió Hermione acercándose a mi con un colgante para que le ayudara a colocárselo-. Siempre pensé que la ropa negra solamente podía hacerte ver elegante y sería, pero tu le das demasiados significados.
-Vas muy sexi -concordó Ginny desde el fondo de la habitación colocándose los zapatos-. ¿Piesas pescar novio en la boda?
Me quedé mirándolas con el ceño fruncido. Esas dos tramaban algo y no me gustaba.
-¿Os debo algo? -les pregunté-. Ya sabéis, ¿os tengo que devolver dinero o algo? No recuerdo que os pidiera nada prestado.
Las dos chicas se quedaron mirando cara a cara, con una duda presente en los ojos.
-A mi no -contestó la castaña.
-A mi tampoco -dijo Ginny.
Y si no les debía nada... ¿Que demonios les había picado a aquellas dos? No sabía si quería saberlo o no, y lo dejé pasar. Esas dos me daban mala espina.
Me dirigí hacia la ventana mientras me acomodaba el chocker con el corazón en el cuello (regalo de Chris), y de paso me puse los pendientes y el brazalete en forma de serpiente plateada (regalo de padre) en navidades de cuarto para el baile del colegio.
Cuando llegué al cristal, miré hacia abajo. Harry, Ron, Fred y George estaban en el exterior de una gran carpa en el jardín, esperando a los invitados a la boda desde las tres de la tarde. Harry había tomado una larga dosis de Poción Multijugos y ahora era el doble de un chico muggle pelirrojo del pueblo, Ottery St. Catchpole, del que Fred había robado cabellos utilizando un Encantamiento Convocador. El plan era presentar a Harry como el «primo Barny» y confiar en que la gran cantidad de familiares Weasley le ocultasen.
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Lilianne y las Reliquias de la Muerte
FanfictionSolamente debía aguantar. Pero costaba fingir que no quería llorar, que no quería gritar de frustración, que me daba igual todo. La guerra nos había cambiado a todos, el miedo azotaba las calles y, entre los muros de Hogwarts, tenía que quedarme cal...