Capítulo 24

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La cierva plateada

     Estaba nevando para cuando mi padre regresó de la reunión ya cuando había oscurecido..

     Había durado horas, y al parecer casi todos pagaron su mal humor: Harry Potter había vuelto a escapar de delante de sus narices, y nadie encontraba rastro alguno de Lilianne. Eso me hizo sonreír.

     -Me ha encomendado a mi y a una docena más de mortífagos más tu busca y captura -dijo mientras se sentaba a la mesa para empezar a comer el plato de estofado que le había preparado-. Quiere llevarte ante él antes de que empiece el segundo trimestre.

     Vaya, me daba a mi que eso no iba a poder ser. Habló un poco más de las misiones de cada miembro.

     -¿Y cómo está Draco? -le pregunté.

     -A él no le pueden mandar demasiado, aún está atado a la escuela -me informó-. No será lo mismo cuando acabe el curso.

     -Para cuando ese momento llegué, habrán pasado demasiadas cosas -atajé.

     Y esperaba que fuera en nuestro beneficio. Luego, habló de las alianzas de los gigantes, y por último de su misión especial.

     -También ha hablado conmigo en privado -continuó-. ha mencionado algo de una misión personal, me ha dejado a cargo si algo pasa en su ausencia.

    -Va a por la varita -deduje-. No tardará demasiado en encontrar a Grindelwald en la cárcel, y aún menos llegar a la tumba de Dumbledore a por ella.

     -Pues será mejor ir adelantando el trabajo -padre hizo limpió el plato con la magia y agitó su varita en un movimiento simple haciendo que cada cosa quedara en su sitio, incluso el polvo, como si nunca hubiéramos estado allí-. Pasaremos la noche aquí, mañana de buena mañana continuaremos.

     Así fue como nos fuimos a dormir (no sin antes yo practicar mis ejercicios de Oclumancia que también ayudaban a dormir), para poder levantarnos exactamente a las cinco de la mañana, donde el sol aún no se había despertado.

     -Iré a quitar las salvaguardas -le avisé.

     Salí del salón mientras padre se preparaba, y empecé a buscara a Nyx y Peque, que seguramente estarían cazando algún bichejo o...

     -Peque, bájate de eso -le ordené acercándome con rapidez.

     Había una rata grande, muy grande. Era el doble de grande de Nyx, la cual estaba pinchándole la cara intentando cazarla mientras Peque se sujetaba en su espalda como si se tratara de un CowBoy domando un toro.

     Esos dos no tenían remedio.

     Se pusieron en sus sitos habituales: entre mis pechos Peque y en mi hombro izquierdo Nyx, y quité los encantamientos protectores que nos habían mantenido ocultos por si acaso. Solamente hacía falta entrelazar el brazo con el de mi padre, y dejar que nos desapareciera hasta nuestro próximo destino.

     La nieve estaba cayendo copiosamente, en el lago en que nos habíamos Aparecido.

     -Este es el lago -me dijo-. ¿Es el que aparecía en tus sueños?

     Había nieve posada en los árboles de alrededor, y hacía un frío amargo. Allí había una pequeña y congelada charca, su agrietada superficie negra brilló cuando me acerqué con la varita con el lumus encendido para examinarla. Me adelanté cautelosamente y bajé la mirada hasta ella. El hielo reflejaba mi sombra distorsionada y el rayo de la varita.

     -Si, es aquí -le dije. Había que admitir, que el hecho de que mi padre supiera donde era solamente con mostrar el sueño, era admirable. Aunque claro, ser el lugar preferido de su amiga Lily tenía mucho de mérito-. ¿Dónde estamos exactamente?

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora