Capítulo 32

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Mayor recorrido, mayor sacrificio

     Noche de luna creciente del 4 de abril de 1998: segunda dosis en el crepúsculo. 

     Era sábado, por lo que no fue problema el irme a dormir con solo dar dos pasos hacia mi cama y lanzarme a la cama prácticamente inconsciente.

     Solamente me hizo falta notar el sabor salado para darme cuenta de que algo no encajaba del todo. 

     El dolor fue mucho peor que el primero. Verdaderamente llegué a pensar que de mi garganta saldría mi lengua para no ahogarme con ella. El calor abrasador se sentía como si lava demasiado líquida para considerarse así recorriera mis venas y arterias para entrar sin permiso en todos y cada uno de mis huesos y músculos.

     Una vez en el suelo, sudorosa y con lágrimas en mis ojos que se me escapaban en contra de mis pensamientos, intenté relajarme.

     Solamente faltaba la mitad, debía aguantar un poco más.

     Solamente medio mes más...

     -¿Donde te habías metido? -Neville se veía entre alterado y aliviado. Me había casi literalmente arrastrado hasta detrás de una columna.

     -Me iba a desayunar -dije sin entender. Era demasiado temprano como para haber faltado a algún sitio.

     -Ayer no viniste al ED -susurró-. Te tocaba con el grupo de los novatos a las 8, justo después de cenar.

     Llevé una mano a la cabeza, me había olvidado por completo. Se suponía que me saltaría la cena para lo de la poción y luego 

     -Joder, que mal... -me lamenté irritada

     -Esto -llamó Neville-. Sigo sin saber serpentino.

     -Se llama parsel -rodé los ojos, siempre era lo mismo-. Da igual de todas formas. Lo siento Neville, siendo completamente sincera, no me acordaba. Ayer fue... un día movidito para decirlo de alguna forma.

     -¿Fue por la discusión que tuvieron los prefectos de sexto en la reunión? -preguntó.

     Alcé una ceja. No me esperaba que la disputa entre los propios prefectos se hubiera esparcido tan rápido tomando en cuenta el toque de queda. Él, que pareció darse cuenta de mi pregunta inexistente, me respondió.

     Ya sabes, Nina es prefecta de quinto en Ravenclaw -se encogió de hombros-, ella fue la que dijo que había una posibilidad de que no hubieras podido asistir porque tenías que arreglar un par de cosas con los profesores.

     -No, Neville -me sinceré-. Me gustaría decir que hubo una razón fuerte para saltarme uno de esos días, pero la verdad es que simplemente tenía en la cabeza tantas cosas que no me acordé. No estaba en ningún sitio puntual. Te lo digo por si querías comprobarlo con los profesores o algo que supieras que no te estaba engañando.

     Creo que fui bastante respetuosa y sincera, algo que normalmente la gente lo tomaría como indignante por un mal comportamiento sin escusas, así que no me impresionó que frunciera el ceñó. Lo que si me extrañó fue que no parecía enfadado por lo que hice, sino por o que acababa de decir.

     -¿Porque piensas que voy a preguntárselo a los profesores? -ladeó la cabeza-. ¿Estas enfadada con nosotros?

     ¿Con ellos?

     -¿Acaso habéis hecho algo? -pregunté.

     -No lo se -admitió, y luego miró al suelo-. ¿Estás enfadada conmigo?

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora