¿Qué? Demasiadas cosas, ve más despacio... ¿Qué?
Abrí los ojos sintiendo el cuerpo frío. Estaba todo oscuro.
Estaba flotando en un ligar no demasiado grande, con la cara fuera del líquido. No acordaba que era lo que había pasado. Me llevé las manos para tallarme el rostro... ¡Las manos!
Me senté de sopetón. El líquido rojo que me rodeaba emitía una aura que me ponía los pelos de punta. Pero eso no era lo importante. Tenía manos: dos manos. Dos codos. Dos brazos...
Nunca había imaginarme que podía alegrarme tanto de ver mi cuerpo con todas sus partes.
Apreté las manos, me sería con unas fuerzas que hacía tiempo no sentía. Estaba como nueva.
Me levanté apoyándome (que alivio poder hacerlo con las dos manos) y me levanté dejando que por mi cuerpo se escurriera toda la poción. Mi pelo y cuerpo hasta las rodillas estaba seco, la poción no mojaba.
Puse un pie fuera de la bañera, luego otro. Las llamas de abajo se habían extinguido, seguramente igual que con Tom, al acabar y como parte del ritual. Tenía todo como antes. No tenía la herida de la pierna, ni los rapones y magulladuras que tenía por los brazos y las rodillas de la batalla. Sin embargo, la cicatrices que tenía en el brazo izquierdo seguían allí.
Tenía el cuerpo como 24 horas atrás. Puede que más fuerte incluso.
Había unas respiraciones profundas: Peque y Nyx se habían dormido en la pileta de agua. Las garras de la lechuza relucían tanto como su pico. Abrí la luz del espejo, y luego a mi reflejo.
No había nada raro. Solamente yo. Mis brazos, mis piernas, mi pecho, mi cabeza... y no había ningún atisbo de reflejos rojos bajo mis ojos.
Lo había hecho: lo había conseguido.
Injusto, supongo: utilizar tal magia para borrar los restos de los crímenes manteniendo el alma intacta. Y, sin embargo, valió la pena.
Ya lo recordaba, me había dormido. Estar agotada mágicamente y obligarme a entrar en el ritual me había dejado sin nada. Sin embargo, me sentía renovada. Física, mental y mágicamente.
-Nyx, Peque -los sacudí.
Puede que estuvieran como yo, agotados hasta el pensamiento, por eso en un principio intentaron ignorarme hasta que las neuronas hicieron su trabajo. Se levantaron de golpe mirándome, incluso diría que Peque frotó sus ojos para comprobar que no estaba en un sueño. En efecto, no era imaginación suya, tenía los dos brazos.
Empezaron a celebras victoriosos: lo habíamos conseguido.
-Y mira, incluso sigo tan esquelética como antes -señalé-. Tu carne no ha "alimentado" demasiado mi cuerpo Nyx.
Me miró indignadísima. Estoy segura que, de poder entenderla, hubiera asegurado que su carne era la mejor.
Con ayuda de la varita, hice desaparecer toda la poción; una cosa como aquella, aunque ya hubiera perdido su efecto, no podía ser bueno para las cañerías muggles. Pero incluso después de guardar las cosas en la caja de rape había una cosa que no cuadraba.
-Tía Dromeda se va a enfadar conmigo...
Peque y Nyx soltaron un bufido y se rieron de mi desgracia.
Daba igual cuantos hechizos y lanzamientos lanzaba, había algo que no podía volver a la normalidad: el fuego maldito había quemado la parte inferior de la bañera y había ennegrecido el material blanco.
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Lilianne y las Reliquias de la Muerte
Hayran KurguSolamente debía aguantar. Pero costaba fingir que no quería llorar, que no quería gritar de frustración, que me daba igual todo. La guerra nos había cambiado a todos, el miedo azotaba las calles y, entre los muros de Hogwarts, tenía que quedarme cal...