Capítulo 21

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Espías contando secretos

     -Tenemos un problema.

     Esas fueron las primeras palabras de mi padre cuando había recibido una nota de Nyx donde mi padre pedía que me reuniera con él lo antes posible. 

     Eran las 4 de la mañana.

     -¿Tan mal ha ido la reunión? -le pregunté.

     Había pasado casi una semana desde el incidente de la espada; seis días para ser exactos. Era la noche entre el sábado veinte y domingo veintiuno de diciembre. Los motífagos se habían reunido una vez más, pero eso no era todo. Mi padre tenía una charla programada con el rey para saber que se haría con los inconvenientes que estaban surgiendo, uno de esos era la espada.

     -Pues...

     -¡Ya era hora de que llegaseis! -oímos detrás nuestro-. ¡Quitadme esto de encima!

     Era una voz muy familiar, y por suerte no era un ser humano capaz de espiarnos. Phineas Negullis Black, mi tátara-tátara-abuelo, estaba en su cuadro. ¿Lo más extraño? Tenía una mancha de tinta en los ojos como si los tuviera vendados.

     -¿Cómo puede ser que el director pase tanto tiempo fuera de la oficina? -seguía farfullando en voz alta-. Doce horas llevo con esto en la cara, ¡Que alguien me lo quite ahora mismo! Estropear de semejante forma una obra maestra... ¡Sacrilegio!

     -Cállate de una vez Phineas -le gritaba una mujer a su lado solamente para volverse a dirigir al actual director-. Menos mal que has vuelto Severus. Lleva desde que volvió así.

     Los dos nos acercamos al cuadro, ahora al lado de una vitrina vacía. Sin demasiado esfuerzo, mi padre murmuró el contra hechizo y el retrato volvió a estar en su total esplendor.

     -¡Ultrajo! -rugió-. ¡Deshonor!

     -¿Que fue lo que ha pasado? -preguntó Severus.

     -¿Que qué me ha pasado? -preguntó furioso-. ¿QUE QUÉ ME HA PASADO? ¡Aquellos mocosos son lo que me ha pasado!

     Mi padre y yo nos miramos.

     -Harry, Hermione y Ron -adiviné-. Ha sido antes de lo planeado. Se suponía que no hablarían con él hasta que tuvieran la espada en sus manos.

     -Pues no ha sido así, niña -contestó enfadado el Black-. Me han pedido "por favor" que fuera. Y lo primero que hace aquella sangre sucia es ensuciar mi precioso retrato...

     -¡Por favor, no emplee esa palabra! -le advirtió mi padre.

     -... para empezar hacerme preguntas como si de un secuestro se tratara -se cruzó de brazos.

     -¿Le has dicho lo que hablamos? -le pregunté.

     -¡Por supuesto que si! -me miró desafiante-. ¿Quién te crees que soy? Tu llevas mi sangre, haz el favor de no deshonrarme con preguntas como esa.

     -¿Y que está pasando ahora mismo? -preguntó mi padre.

     -¡Ellos sabían que era falsa! -nos acusó-. No lo han dicho abiertamente, pero no hace falta ser un Slytherin para percatarme de que ellos ya lo sabían. Me han hecho preguntas sobre ella, y sabían que la espada era más falsa que el oro leprechaun.

     Eso no tenía sentido. Solamente podían saber de la existencia de una segunda espada cuando encontraran la verdadera en el lago y luego hablaran con Phineas. ¿Que dementores había salido mal?

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora