Capítulo 34

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Empieza la movilización

     Nueve días. Nueve malditos días para darme cuenta de que no estaba todo perdido.

     Más de una estúpida semana entera.

     Estábamos en 29 de Abril de 1998.

     Pude aprovechar que estábamos en las vacaciones de Pascua para concentrarme en los avances. A diferencia de que en navidad, no iba a venir nadie a por mi para darme espacio en mis estudios, por lo que verdaderamente estuve sola en el colegio a parte de los profesores.

     Me recordaba a las navidades de quinto, Umbridge había sido la autora de que eso sucediera.

     Ahora la gente estaba tan mal que incluso se fue en Semana Santa dando igual perder dos días enteros de las cortas vacaciones. Hacía cuatro días que habían empezado, justo después de que tuviera una hora y media a todos los grupos bajo mi mano con un único hechizo.

     No entiendo porque aquellas malas cara, yo fue la que estuve cuatro horas y media mirando a todos hacer el mismo hechizo. Yo tenía motivo de aburrirme, no ellos. Igualmente parecían resentidos consigo mismos.

     No tenía por que rodar los ojos, luego fui yo la que estaba resentida conmigo misma.

     Empezó porque necesitaba veneno de basilisco. No pude controlar mi transformación. El ritual no había ido mal del todo: solamente aún no había acabado. Maldición, había sido una estúpida.

     Cada vez que intentaba transformarme, me dolía. Como él día que casi aplasté a Nyx y Peque al acabar de despertar de mi desmayo de dos días, dolió mi cuerpo. Un pinchazo profundo en la zona que quería transformar, y luego de aplicar demasiada persistencia, mi cuerpo entero cambiaba.

     Y pues nada, ha hacer más investigaciones. Había abierto tantas veces el pensadero para ver los recuerdos de Albus que ya había decidido dejarlo en la cama destapado hasta que me fuera a dormir.

     -Me quiero morir -me quejé poniendo chocando la cara en los pergaminos de la esa.

     La poción y los cambios se estaban llevando a cabo todavía, mi cuerpo no estaba preparado para aquello cuando lo hice. Ahora, por esa consecuencia, se estaba adaptando con la magia cambiante de mi cuerpo.

    "Parece que si que me precipité"

     A regañadientes, guardé todo y me preparé para ir a cenar. Padre se enfadaría si no fuera, porque a pesar de lo que hablamos, yo no me había presentado a ninguna comida, solamente a las cenas.

     Al principio, los Carrow se veían aliviados al comprobar que me presentaba a las cenas y que no me había escapado. Luego ya sopesaron que era normal y no se extrañaban cuando me veían en las cenas.

     Como aquella, por ejemplo, que fue la primera en la que me hicieron abrir la boca.

     -¡Oye, Lily! -dijo Alecto desde lo alto de la mesa de los profesores-. ¿Por que no te has ido por las vacaciones como tus compañeros?

     -Porque los exámenes se aproximan y quiero estudiar -dije simple-. Lo hago mejor cuando no estoy escapando de alguien, así que mejor quedarme en Hogwarts ahora que no van a enviar a nadie a secuestrarme.

     Juro que vi a Horace atragantarse por primera vez. Mi padre rodó los ojos ante la sinceridad abrupta.

     -Un poco de tacto, Lily -me regañó la enfermera.

     Al parecer, eso de no tener alumnos a los que cuidar la aburría. En Navidades era diferente, podía coger un par de días de vacaciones. En Pascuas no.

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora