Capítulo 3

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Hombre caído

     Con un tirón detrás del ombligo, como si un gancho invisible me arrastrara hacia adelante, fui empujada a la nada, girando incontrolablemente, mi mano pegada al Traslador mientras Nyx, Peque y yo nos alejábamos de la cocina de los Dursley.

     Segundos después, mis pies golpearon tierra dura y casi caí sobre manos y rodillas en el patio de la Madriguera. Oí gritos. Mire a mi alrededor, Harry y Hagrid, los dos parcheados, estaban a mi lado. ¿Pero donde estaban los otros?

     Vi a la Señora Weasley y a Ginny corriendo por los escalones de la puerta de atrás mientras Hagrid, que también se había derrumbado al aterrizar, se ponía laboriosamente en pie. 

     -¿Harry? ¿Eres el auténtico Harry? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los demás?-gritó la Señora Weasley.

-¿Qué quiere decir? ¿Nadie más ha vuelto? -jadeó Harry. La respuesta estaba claramente grabada en la cara pálida de la Señora Weasley. 

     -Deberíamos de haber llegado los terceros -dije mirando a mi alrededor-. Yo misma he programado los trasladores, y se perfectamente que nosotros éramos los terceros.

     -Los mortífagos estaban esperándonos, -dijo Harry-. Nos rodearon en el momento en que despegamos... sabían que era esta noche... no sé que pasó con los demás, cuatro de ellos nos persiguieron, y todo lo que pudimos hacer fue huir, y entonces Voldemort dio con nosotros... 

     Podía oír la nota auto justificativa en su voz, la súplica para que entendiera porqué no sabía qué les había pasado a sus hijos pero... 

     -Gracias a dios que vosotros dos estáis bien, -dijo, empujándole a un abrazo del que no se sentía merecedor. 

     -¿No tendrás algo de brandy, verdad, Molly? -preguntó Hagrid un poco tembloroso-. ¿Por propósitos medicinales? 

     Podía haberlo convocado con mágica, pero cuando se apresuró a volver a la encorvada casa, supe que quería esconder la cara. Se giró hacia Ginny y ella me miró a mi; respondí a su súplica silenciosa de información al instante. 

     -Ron y Tonks deberían haber vuelto primero, y por lo que veo, ahí está su traslador -dije señalando a una lata de aceite oxidada que descansaba en la tierra cercana-. Y ese, -señalé a una vieja zapatilla deportiva-. debería haber sido el del Arthur y Fred, se suponía que serían los segundos. Nosotros los terceros -comprobé su reloj- si lo consiguen, George y Lupin estarán de vuelta en alrededor de un minuto. 

     La Señora Weasley reapareció llevando una botella de brandy, que ofreció a Hagrid. Él la descorchó y bebió de un trago. 

     -¡Mamá! -gritó Ginny señalando un punto a varios pies de distancia. Una luz azul había aparecido en la oscuridad. Se hacía más y más brillante, y Lupin y George aparecieron, girando y después cayendo. 

     Supe inmediatamente que algo había ido mal. Lupin estaba sujetando a George, que estaba inconsciente y cuya cara estaba cubierta de sangre. Harry corrió y agarró las piernas de George. Juntos, él y Lupin llevaron a George a la casa y atravesaron la cocina hasta el salón, donde le tendieron en el sofá. Cuando la luz de la lámpara cayó sobre la cabeza de George, Ginny jadeó y mi estómago se revolvió. 

     Una de las orejas de George había desaparecido. El costado de su cara y cuello estaban empapados de una húmeda y sorprendentemente escarlata sangre. Tan pronto como la Señora Weasley se inclinó sobre su hijo Lupin nos agarró a Harry y a mi por la parte superior del brazo y le arrastró, no muy gentilmente, devuelta a la cocina, donde Hagrid todavía estaba intentando pasar por la puerta de atrás. 

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora