Prorrogo

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Capitulo especial: los nervios del novio

     Recapitulando en mi vida, llegué a la conclusión que este libro era el más doloroso, movidito y dramático de todos. Así que he decidido empezarlo con una historieta que se podría considerar de relleno: la boda entre Remus y Nymphadora.

     Como podréis entender, no es algo que afecte directamente en la historia de la segunda guerra y todo eso, pero pensé que sería bonito relatar los hechos que pasaron en el verano del 1997, para poder calmar un poco las aguas antes de empezar con lo fuerte.

     Yo no había vuelto a pisar Grimmaul place, y me la pasaba durmiendo en el barco-casa de Remus o en algún motel cuando iba a recolectar ingredientes o quedar a altas horas de la noche con algunos contactos en busca de información. En serio que en esos momentos no me molestaba lo más mínimo la metarmorfomágia, era muy útil para manipular a varios personajes.

     Remus y yo estábamos ajeteadros; había pasado una semana desde el funeral de Albus, y me había reunido con el hombre lobo por petición suya. Me pidió que esperara una semana exacta, puesto que tenía que ordenar unos asuntos previos. Pero nada tan peligroso como lo que estábamos a punto de hacer.

     Siempre fue un hombre muy sencillo, y no quería nada llamativo. Por eso nos encontrábamos delante de la casa de dos de las cuatro personas que presenciarían la boda. 

     Delante nuestro, la casa de sus futuros suegros.

     -Creo que lo mejor sería dejarlo -dijo mientras daba media vuelta-. No me la merezco, es demasiado buena para mi.

     Rodé los ojos y empujé hasta la puerta.

     -Se supone que los Gryffindor son valientes -gruñí-. Se valiente y afróntalo, ¿o es que acaso Dora no se lo merece? 

     Ese fue el empujón que necesitaba.

     -Así que tu eres el hombre lobo que ha estado rechazando a mi brujita durante todo este tiempo -los ojos de el señor Tonks se clavaron en el hombre lobo.

     Estábamos en la sala. Ted Tonks en una butaca con pose soberbia y, a su lado, la butaca de su mujer que había ido a por unas pastitas para el te que nos estábamos bebiendo. Remus y yo estábamos compartiendo un sofá, y el hombre temblaba tanto que, si no hubiera bebido un poco de su te hirviendo, habría derramado la mitad por sus temblores.

     Ted era hijo de muggles, y había estudiado en Hogwarts quedando en Hufflepuff, pero al parecer eso de que le tocaran a su hija quitaba todo rastro de las amables facciones y se ponía peor que mi padre en cuando Harry le contestaba.

     -Bueno.. yo -empezó a justificarse Remus.

     Pero no pudo continuar cuando la señora de la casa volvió de la cocina con un plato lleno de pastas.

     -Ahora calla querido -Andrómeda entraba casi corriendo en la sala, dejó la bandeja en la mesa y se sentó inclinando el cuerpo hacia. Pensaba que se había dirigido a Remus, pero entonces Ted volvió ha hablar.

     -Pero Dromeda... -dijo indignado-. Déjame un poco más, nunca he tenido oportunidad de amenaz...

     -Calladito he dicho -dijo sin mirarlo, sacudiendo su mano como si intentara apaciguar a un perro. Sus ojos, seguían fijos en Remus, y su sonrisa hacía juego con el brillo de los ojos-. ¿Y bien? ¿Cuando? 

     -Esto... -dijo Lupin retrocediendo hacia atrás poco a poco, como si estuviera pensando en desaparecer bajo las mantas del sofá-. ¿Cuándo que?

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora