Capítulo 9

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El Trato

     -¿Creéis que estará bien? -preguntó preocupada Hermione.

     -Si Kreacher había podido escapar de un lago lleno de inferis -obvié en voz alta-, la captura de Mundungus le llevará unas pocas horas como mucho.

     -¿Donde vas? -preguntó Ron.

     -Es tontería quedarse delante del relicario, no va a entrar nadie -dije mientras subía las escaleras-. Avisadme cuando vuela, quiero hablar con Mundungus.

     Subí otra vez hasta arriba del todo, donde mi laboratorio me esperaba. Estaba de muy mal humor, desde el día anterior cuando salíamos de la boda ya empezaba a estar de mal humor, y saber que Mundungus había vuelto a rodarme solo hacía que mis ganas de maldecir a alguien aumentaban.

     El calor no ayudaba, odiaba el calor.

    Cerré de un portazo la puerta y me senté con los codos en mi mesa y escondí mi cara entre la manos. Necesitaba aclarar mi cabeza y mantener la mente fría. Y la primera cosa era aclarar los pensamientos más importantes.

     -Misión, Hogwarts, Misión, Hogwarts... -repetí como un mantra-. Irme de misión con los chicos o ayudar desde Hogwarts...

     Parecía bastante obvio. De no ser porque Harry estaba bajo la capa de invisibilidad o que yo tenía un aspecto diferente, los mortífagos no habrían bajado la guardia. La misión era la única esperanza mágica, y Dumbledore había confiado unos niños.

     Yo debía ayudar... pero no sabía si lo estaba haciendo estaba bien.

     Harry:

     "-Bastará con borrarles la memoria."

     Yo:

     "-Debemos deshacernos de ellos ahora."

     En un principio yo no tenía porque ver los recuerdos, pero Dumbledore cambió de opinión a última hora y me dejó participar. La misión de los Horrocruxes era de Harry, yo solo estaba de apoyo.

     -Mi cabeza va ha estallar -gruñí en un susurro.

     Abrí los ojos de golpe y agarré la bolsita de cuero que colgaba por el cordel que rodeaba mi cuello.

     -Accio caja hexagonal -pedí varita en alto.

     Mi mano pudo sostener una vez más aquella peculiar caja decorada con bordados excepcionales. Lo abrí con impaciencia para poder sacar con impaciencia la vasija a la que habíamos acudido tantas veces en el despacho del director... Era mía.

     "...con la ilusión de que pueda mantener sus pensamientos en orden, le lego mi pensadero, puesto que aunque desee conocer todas las lenguas posibles, a veces las mentes privilegiadas solo se pueden entender con sus propios leguajes"

     -A veces las mentes privilegiadas solo se pueden entender con sus propios lenguajes... -recordé con excitación en mi pecho mirando la superficie plateada y lisa del pensadero-. Muéstrame lo que escondes.

     Después de utilizar el parsel, cada una de las runas que rodearon la vasija empezaron a iluminase de forma insistente. La luz grisácea no era suficiente como para obligarme a cerrar los ojos, dejándome una perfecta imagen de remolino que empezaba a formarse con el líquido del interior. El remolino empezó a levantarse un poco, bailando cada vez más altivo hasta pasar de tener esa forma hasta parecer un pequeño tornado, pero controlado. La base de este apenas tocaba la base ( ahora vacía) de la vasija.

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora