Capítulo 30

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Caprichos de la mente

     Mentiría descaradamente si dijera que las cosas iban a mejor poco a poco. Cuando más avances veía en los alumnos a los que ayudaba, más me gritaba mi cabeza que no estaba haciendo lo correcto.

     No me gustaba la sensación: por una parte me decía a mi misma que el estrés que la gente nerviosa solía llevar por fuera, yo lo llevaba por dentro y me estaba pasando factura. La otra era echarle la culpa a algún rastro de magia.

     No era tan estúpida como para no intentar comprender a mi cabeza. Yo era humana, el echarle la culpa a terceras fuentes no era nada más que las escusas que los humanos nos interponíamos para no pedir ayuda. Yo sabía que algo no iba bien conmigo y era un problema interno.

     La gente no se daba cuenta de los problemas psíquicos hasta que alguien lo notaba demasiado tarde, daba gracias a que, por muy triste que sonara, nunca necesite la ayuda de nadie para estos casos, al igual que nunca tuve a nadie al lado que me ayudara.

     Por eso, por doy gracias cuando pasaron dos meses y medio y nadie se dio cuenta. 

     Era 15 de Marzo para ser exactos, dos días después de la luna llena de ese mes.

     Nadie se me acercó a preguntar si me pasaba algo. Nadie me preguntó si me encontraba bien. Y nadie me trató diferente. Nadie me brindó su ayuda. Nadie me dio una sonrisa fuera de tiempo. Y nadie siquiera frunció el ceño como si notara que algo andaba mal.

     Y por suerte o por desgracia, eso era justamente lo que había planeado.

     "¿Justo como lo habías planeado? -preguntó mi mente-. Si, claro. Solamente no has dejado que los demás sepan lo que pasa porque tu orgullo te puede. En realidad, te encanta hacerte la víctima."

     No es cierto, solamente es algo de momento. No soy tan ingenua como para saber que todo está bien, pero si que soy suficiente capaz para saber que, una vez todo se acabe, todo volverá a la normalidad.

     "Mentirosa. Te mueres de ganas de gritar -se burló-. ¿Acaso no te das cuenta de las noches que pasas en vela últimamente? Parece que has vuelto a los días en los que te despertabas cada media hora los días posteriores a la muerte de Chris? En realidad, esto va más allá y lo sabes, te estás consumiendo."

     No quiero estar en una guerra -me justifiqué.

     "Idiota, abre los ojos -me gritó-. Una perrita faldera del "bando de la luz". Te tomaste demasiado a la ligera descubrir el juramento de lealtad que le hiciste inconscientemente a Dumbledore. ¿Lo aceptaste tal cual y sin más? ¿Sin rencores? Es una clara manipulación, te usó y te sigue usando después de su muerte. No creerás enserio que con lo poderoso que era Dumbledore, no tenía ni idea de como romper el vínculo que ligaba tu lealtad."

     Hay que ser realistas -gruñí ya harta-. Las guerras no se ganan con simples pasos en falso. Se necesitan respaldos y ases bajo la manga. Yo era todo eso, era una situación desesperada. ¿De verdad crees que, o como soy, no hubiera hecho lo mismo en su lugar?

     De verdad quería justificarme, y aquello era la hipótesis que más me dejaba tranquila.

     Dumbledore no había tenido opción.

     "Tienen razón en cuanto a eso  -dijo por primera vez dándome la razón-. Eres tan manipuladora como él. De no ser así, no estarías preparando a unos pobres niños para dejarlos en bandeja de plata a los del otro bando."

Lilianne y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora