20: El infierno de Dante (2da Parte)

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— Bien, el día ha llegado. ¿Estás listo para entregar un knockout? ¿Dante? — Volteé a ver a Leo quien solo se me quedó viendo extrañado. — ¿Estás bien? No me digas que tienes nervios por está noche. —

— Lo siento, tenía mi pensamiento en otro lado... — Comencé a reír, sin embargo, lo que había dicho era cierto. Mi cabeza no estaba concentrada en la pelea, todo giraba a lo que iba a suceder después de esa noche, al acabar la pelea yo me tendría que ir para alejarme de todos y volver a casa donde me esperaba una dura guerra que tenía que enfrentar en contra de mis propios padres. Era eso y el hecho de que después de esa noche, tal vez no volvería ver a Daniel. Leo no sabía de mi plan, él piensa que la policía va a intervenir en todo esto, pero si algo he aprendido de mi familia, es que tiene a más de una gran autoridad de su lado, por lo que la policía no era un aliado en que confiar.

— Dante. — Sentí de repente la mano de Daniel sobre la mía. Observé como sus cejas estaban algo alzadas demostrando preocupación, sonreí levemente tomando la mano de mi chico dándole un beso en sus nudillos.

— Estoy bien. Tal vez si tenga un poco de nervios, es la primera vez que tengo una pelea profesional y me la estoy tomando en serio. — Comenté para convencerlos, Leo mostró una reacción de creerse mis palabras, más Daniel no había cambiado su expresión, los tres estábamos desayunando en mi casa, Daniel se había quedado la noche anterior por petición mía a sus padres quienes aceptaron.

— Bueno, espero que esos nervios se te quiten rápido porque tienes que estar con Tiberio en el centro de convenciones donde se llevará la pelea a las 5 de la tarde. —

— Lo sé. — Miré como Leonardo terminó su café y después tomó su mochila con una sonrisa.

— Bien, me voy a la cafetería y los dejo. Desde ayer Julián puso en las redes sociales de la cafetería que hoy solo tendríamos servicio hasta las 3 así que hoy estaremos un poco saturados. — Comentó. — Bye, nos vemos en la noche. — Mi amigo salió disparado dejándonos a mí y a Daniel solos.

— Dante ¿En serio estás bien? — Preguntó y contesté poniendo mi cabeza sobre su hombro. — También puedes contarme lo que te sucede. —

— Lo sé, pero confía en mí. No es nada, solo necesito concentrarme un poco mejor en la pelea. — Dije y solo miré el plato de mi chico que estaba vacío. — En verdad te gustan las cosas dulces, esos panqueques que te hizo Leo tenían chocolate y no se que más cosas. —

— Yo adoro el dulce, y soy malo con el picante, no como tú señor del picor y enemigo de lo dulce. — Comencé a reír.

— Me empalago muy fácil de todo lo dulce. Solo hay un dulce que me fascina y me encanta probar cada vez que puedo. — Me acerqué un poco al rostro de Daniel observando como sonreía al escucharme mientras abrazaba su bastón y movía un poco su cabeza.

— ¿Ah sí? ¿Y se puede saber cómo se llama dicho dulce? — Preguntó.

— Se llama "Tus labios" — Respondí dándole un beso rápido. — Nunca me cansaré de su sabor. —

— Tonto. — Susurró con una sonrisa. — Por cierto, ¿Qué haremos en todo este tiempo hasta la hora de irnos con Tiberio? —

— Tiberio me dio las ordenes de descansar y no hacer esfuerzos, pero no puedo estar tranquilo por eso pensé hacer un último calentamiento en mi habitación. ¿Quieres acompañarme y platicar un poco? Si quieres puedes estar un rato en el piano, practicando — Mencioné.

— Claro. — Fue entonces que después de recoger los platos y lavarlos juntos ambos fuimos a mi habitación donde al entrar dirigí a Daniel a un espacio donde estaba un teclado que había comprado para enseñarle a Daniel piano. Dichas clases estaban avanzando poco a poco, el chico menciona que era como volver a aprender a escribir y leer, tenía que memorizar las teclas y recordar los sonidos cosa que era bastante bueno.

La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora