Después de la muerte de la mujer a la cuál amé, pensé que no tendría otra oportunidad para amar, ya había pasado por dos pérdidas importantes para mí. Debido a los conflictos de la familia, mi primer amor y mi mejor amiga fue asesinada él día de mi cumpleaños y de Selene, durante nuestra fiesta llegaron a atacar gente de otro territorio, la balacera fue fatal y al final Victoria, murió debido a una bala la cual la alcanzó.
Después de que mis padres fueron encerrados y Dante tuvo que irse para colaborar con la policía, yo comencé desde cero. Utilicé todos mis conocimientos en mercadotecnia y negocios para volver a comenzar con el negocio de las ferreteras industriales las cuales quedó un poco y pude reunir para volver a construir el negocio. María entró en este punto apoyándome desde el inicio de todo, el trabajar juntos casi las 24hrs hizo que nos conociéramos, nos fuéramos enamorando y al final nos casáramos para consumar todo con la llegada de un hermoso hijo. Por desgracia su parto fue más difícil de lo esperado, solo se podía salvar a uno y ella dio su vida por nuestro hijo. Perdí a mis dos grandes amores, por lo cual estaba rendido al amor.
O eso creí, hasta que...
— Suéltame niño, no voy a jugar contigo. — Salí a ver como estaba mi hijo Oscar, la sorpresa que me llevé al ver que estaba aferrado a la pierna de un desconocido, al parecer el nuevo vecino.
— Juega conmigo, yo quiero que juegues conmigo, yo quiero un amigo. No seas pendejo... — Ambos abrimos la boca de impresionado de escucharlo decir dicha palabrota. — Pendejo, pendejo, pendejo... —
— ¡Oscar! — Corrí rápido levantando a mi hijo en mis brazos y dándole un golpecito en su boca. — ¿Qué te he dicho de repetir lo que digo? — Lo regañé.
— Las palabras de papá son malas, pero es que no quiere jugar conmigo. — Respondió bajando su mirada con tristeza.
— ¡¿Acaso tu esposa te deja hablar de dicha forma delante del niño?! — Me gritó enojado, yo de la sorpresa no supe que responder y de eso mejor se encargó el mismo Oscar.
— Mamá no puede veni a cuidame, está en el cielo. — Hablar de su madre le hacía mal a mi hijo, por lo que al mencionarla comenzó a llorar en silencio y ocultando su rostro en mi hombro. Comencé a acariciar su espalda tratando de consolarlo, pero al mismo tiempo miré como el nuevo vecino paso a tener una cara roja de lo avergonzado de estaba. Comencé a reír divertido.
— Lo siento, hablé de más. Y no entiendo porque te ríes. — Comentó.
— No te preocupes. Y me rio de lo expresivo que eres con tu rostro, podrías ser mudo y entendería todo lo que quieres decir con solo tus expresiones. — Dicho comentario hizo que el hombre se pusiera aun más rojo y yo me riera con mas alegría. — ¿Lo ves? —
— ¿Cómo puedo disculparme por mi atrevimiento? — Preguntó apenado así que solo sonreí mientras veía de reojo a mi hijo como se calmaba fácilmente mientras avanzábamos en la conversación, era sospechosos, aunque debo de decir que tal vez se parecía más a mi de lo que imaginaba.
— Que te parece si vienes a jugar un poco a casa. — Sonreí divertido mientras daba media vuelta en dirección a nuestro hogar.
*
— Y así fue como lo conocí a Diego. — Comenté con seriedad tomando un poco del té que me habían ofrecido, estábamos en una oficina arriba de la cafetería donde laboraba mi hermano. — Le falta azúcar. —
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La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)
Romance2da. Temporada Próximamente Bernardo Noriega es un hombre que desconoce sus propios sentimientos de manera literal, no sabe mucho acerca de estos ya que desde que tiene memoria solo recuerda sufrimiento, dolor, sangre y muerte, siempre manteniéndose...