54: Una curiosidad extraña

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Era un nuevo día, un nuevo amanecer, los rayos de sol estaban a todo lo que daban entrando por la ventana de aquella habitación donde Judas con una resaca enorme comenzó a moverse de la incomodidad de sus ojos. Notó unas cortinas desconocidas, las paredes no eran de su habitación y aquel agradable olor de un desayuno hecho en casa hacía agradable su despertar, eso hasta que se dio cuenta que no estaba en su casa y se levantó inmediato notando el lugar desconocido.

— ¿Qué sucedió ayer? — Dijo mientras sentía la resaca llegar a su cuerpo como si un camión hubiera pasado encima de él. Judas de repente recordó que se encontraba bebiendo con Bernardo y con el doctor Iturbide.

— Oh, ya despertaste. — Isael, su amigo apareció de repente en la entrada de aquella habitación. — Ya te iba a hablar. El desayuno está listo, Bernardo cocina delicioso. Así que lávate la cara y ven a comedor. — Eso dijo su compañero antes de salir y dejar a Judas sin entender nada. Todo estaba confuso en su cabeza.

"Tampoco tienes que hacer tanto para hacerme sonreír"

Recordó esas palabras de repente en su mente y fue entonces que recordó una leve sonrisa. Una sutil mueca que hacía que el corazón del fotógrafo comenzará a latir con fuerza.

— Esa sonrisa. Mi Adonis. — Con una leve sonrisa y una risa baja Judas recordó la sonrisa de Bernardo y como una muchacha de película adolescente se dejó caer gritando en la almohada. — Lo vi sonreír y estaba ebrio. — Se lamentó el chico mientras se levantaba de la cama. — Eh ¿Dijo que nos preparó el desayuno? — Se preguntó.

Salió el chico con un poco de temor y vergüenza por lo que había ocurrido la noche anterior, al ver la casa se dio cuenta que estaba en una casa grande de dos pisos. Cuando bajó por las escaleras comenzó a llegarle el sonido de una risa, se dio cuenta que se trataba de su amigo.

— Bernardo que cosas dices, más con esa cara inexpresiva.

— No se porque te ríes. Solo dije que mis huevos están deliciosos.

— Jajaja se nota que no tienes sentido del albur. ¿Pues dónde has estado? — En ese momento Israel se dio cuenta de la presencia de su amigo. — Al fin te levantas Judas. Ven a desayunar, Berni hizo un desayuno súper delicioso así te curas la cruda. — Judas se quedó en silencio y miró a Bernardo quien estaba en la estufa cocinando y que lo miró con su cara seria.

— Buenos días.

— Eh, buenos días, Bernardo. — Nervioso el chico se acercó y se sentó en la barra donde se desayuna. Veía como su amigo estaba comiendo con prisa y como se atascaba de café. — Isael, modales.

— ¿Te preocupas por eso ahorita? Tengo cruda, lo único que quiero es comer algo que me levanté. Estos chilaquiles con huevito son una delicia. — Judas solo negó con la cabeza poniendo una leve sonrisa al ver a su amigo, enseguida aprecio una taza en frente de él junto a Bernardo quien se le entregaba.

— Te hará bien. Este té es milagroso. Puedes tomarlo mientras salen tus chilaquiles. — El joven fotógrafo se quedó viendo la taza, para después mirar al mayor y poner una sonrisa para él.

— Muchas gracias, Bernardo. — Judas le dio un trago a aquella taza notando que se trataba de un té, suave muy bueno con un toque dulce que apenas era perceptible y llenaba su boca de todo su sabor. — Este té está demasiado bueno. Está delicioso. — Dijo emocionado mirando al serio quien de sorpresa puso una mínima y leve sonrisa para Judas.

— Que bueno que te guste. Tadeo, el chef de luna café me dio la receta de su té. — Bernardo volvió a la estufa mientras el chico seguía tomando de su taza estaba nervioso, pero contento por ver ese pequeño gesto.

La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora