28: Un té que necesita azúcar

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Estaba seguro de que ese tipo desalineado de la otra vez era alguien de la oficina de policía, su cara no me parecía completamente conocida, me sonaba de algún lado. Tenía que estar concentrado en la gente que estuviera alrededor mío, no quería involucrar ya a nadie en mis asuntos. Lo único que me tenía desconcertado es la razón por la cual la policía me tenía vigilado si todo el asunto con mis padres había terminado por la paz.

— Dante. — Regresé en mi viendo como Daniel, me llamaba. — ¿Estás bien? —

— Si, lo siento he estado muy distraído. — Comenté mientras me quedaba mirando la registradora. Fue entonces que escuché la campañilla desde la cocina, se trataba de Tadeo quien me pasó una especie de té verde. — ¿Quién pidió esto? — Pregunté al no recordar algo así en el menú.

— Nadie, es para ti. Andas por las nubes esto te hará sentí mejor, solo tienes que agregarle un poco de azúcar. — Me quedé extrañado, pero al final tomé la taza volviendo a mi lugar enseguida, el vapor salía del liquido y di una olfateada para después darle un pequeño sorbo: Era dulce...

— Eso huele bien. — Escuché de repente de Daniel que estaba enfrente mío. — Huele cítrico. —

— Si quieres podemos compartir. Es demasiado dulce para mí y Tadeo diciendo que le echara más azúcar. — Recalqué mientras sacaba mi lengua de lo empalagado que estaba.

— ¿Sigue sin gustarle el sabor dulce? — Comentó con una sonrisa en su rostro.

— Si, no puedo acostumbrarme. — Contesté. — ¿Y tú? ¿Aun sigues sin comer picante? —

— Jeje, lo intenté varías veces, pero mi lengua y mi estomago son muy débiles. Así que aun sigo sin ser tolerante al picor. — Le puse la taza en las manos para que diera un sorbo y no hubo expresión solo estaba saboreando la bebida. — Le falta azúcar. —

— ¡¿Tú también?! — Exclamé, pero también me sorprendí al ver quien se encontraba entrando a la cafetería viniendo en mi dirección.

— Hola, buenos días. — Daniel volteó su rostro en dirección de donde venía aquella voz, él también saludo cordialmente, aquel hombre se quedó viendo con una sonrisa. — Hola, Dante. —

— Damián grande... Digo, licenciado Morales. — El hombre comenzó a reír levemente, Damián Morales Ponce de León es un abogado famoso de la ciudad y el padre adoptivo de nuestro Damián y su hermana Daniela, esposo de Darío Rivero quién estaba a cargo del otro Luna Café quien opuestamente a nosotros estaba atendido por puras mujeres.

Si tengo que ser sincero, desde que conozco a Damián Morales siempre he tenido una extraña forma de actuar en frente de él. Su forma de ser me era un tanto incómoda para mí, tal vez se deba a que ese hombre y mi padre rondan los mismos años de vida. Mi padre me tuvo a los 20 años, él tiene 54 años mientras Damián tiene 51 años. Tal vez veía en el licenciado una visión de padre ideal, el cual nunca tuve y se hizo un poco más evidente al ver como era su papel de padre con sus hijos adoptivos.

— Estás aquí. — Volteé a ver como sorprendido, como padre e hijo se quedaron viendo mutuamente. Volteé mi mirada a Gael quien estaba atento al igual que yo que no hubiera problemas, ya que ambos se encontraban peleados desde hace años y hasta hace poco cuando Leo se iba a ir, llegaron a los golpes.

— Hijo... Yo, no vine a causar problemas, solo... —

— De hecho, me alegra que vinieras ¿Podemos hablar a solas en la oficina de arriba? — Preguntó y eso me causó sorpresa. Al final el hombre aceptó con una leve sonrisa y ambos subieron a la oficina para poder platicar, no había mucha gente así que Gael podía hacerse cargo.

La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora