48: Haciendo lo imposible

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Los días se fueron volando, pero eso no significa que hayan sido fáciles, cada noche Daniel ha tenido pesadillas más fuertes y simplemente se limita a llorar sin contarme nada, se contiene todo lo malo que le pasa y eso me duele como no tienen idea. Verlo sufrir y como poco a poco comienza a notarse su falta de apetito, de sueño, su descontrol mental. He tratado de hablar con él, más no he tenido suerte; siempre evita el tema o me evade para no hablar de ello.

Hasta que el día que tenía planeado llegó estaba emocionado, pero tuve que ir a Luna Café para ayudar con un gran numero de gente que había venido a la ciudad para una convención o congreso. Por lo que estuve trabajando medio día, pero aun con tiempo suficiente para poder hacer con Daniel todo lo que había planeado. Necesitaba llevármelo primero, noté que estaba recargado en sus codos sobre la mesa, tapando sus ojos con sus manos haciendo ligeros movimientos de cabeza.

— Disculpa esta es la mesa donde siempre nos sentamos. ¿Podía cambiarte de lugar? — Mierda, aquella mujer enfadosa había llegado. Estaba con una bandeja llena de platos sucios viendo como Daniel mostraba una mirada enojada. — Eres tú, eres el tipejo que me robó a Dante. Te diré algo, estoy segura de que solo eres un pasatiempo, mi querido jamás se fijaría en alguien tan ordinario como tú. —

— Deja de atormentarme. Deja de aparecerte... — Era de nuevo aquella mirada, fría y seca.

— ¡Bernardo! — Grité por ayuda, viendo como de repente Daniel se levantó. — ¡Daniel! — Dejé caer la bandeja con todos los platos corriendo para ponerme en medio de ambos. — Daniel ¿Me escuchas? —

— Anastasia... — Gruñó levantando ambos brazos y tomando mi cuello con fuerza apretando con mayor fuerza. Escuché detrás de mi el grito de las chicas y demás gente y fue que Bernardo apareció.

— Daniel, Daniel respóndeme... — Le hablaba, pero mi novio no respondía, su fuerza aumentaba en mi cuello, no me atrevía a golpearlo o aventarlo, Bernardo tampoco era capaz y fue entonces que un puñetazo tumbó a Daniel, era Tadeo quien simplemente se quedó asustado de lo que había pasado. Yo caí de rodillas comenzando a toser un poco debido a que casi me quedaba sin aire. Pude notar como Daniel se recuperaba del golpe para enseguida mirando con horror al darse cuenta de lo que había hecho.

— No... Yo no quería... Yo. — Gael y Damián comenzaron a desalojar a toda la gente mientras yo me acerqué para abrazar a mi chico. — Dante, ¿Qué es lo que pasa conmigo? — Me preguntó, pero nadie lo que estábamos ahí podíamos responder a aquella pregunta.

*

— Tengo que decirte que lo más probable es que lo que le pasa a Daniel es a causa del método de Penélope, más no completamente. — Daniel, Darío y yo estábamos teniendo una videollamada con Anthony Deligiannis y con el psicólogo Raven Ellis, quien era uno de los especialistas que trabajaban en el diario. Después de lo ocurrido Damián chico le habló a su padre contándole lo ocurrido cuando llegó Darío a la cafetería tenía su computador en mano, trayéndonos a Daniel y a mi a la oficina de arriba de la cafetería para hablar en la videollamada.

— ¿A qué te refieres con eso? — Preguntó el dueño del lugar con sus brazos cruzados y mostrando una gran seriedad.

— Lo que trato de decir es que Daniel tiene un trauma, eso es más que obvio, pero hubo un intento de reprogramación que potenció más ese trauma a tal grado de causar las alucinaciones que aquí Daniel nos explicó antes. — En ese momento me di cuenta de que era mi culpa, aquella tarde en aquel motel después de que Daniel le disparara a Anastasia.

La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora